Klaus Ziegler la tiene clara. Si bien es bueno que la Superintendencia de Industria y Comercio haya multado y sancionado a los de Revertrex, eso no es suficiente.
Es lo mínimo que cabe esperar de esa entidad, pero hay mucho por mejorar. Ziegler lo pone así:
Aunque merecida la multa, hay que reconocer que entre todos los remedios fraudulentos que circulan en el mercado (para limpiar arterias, curar la artritis, prevenir el infarto, eliminar varices…), los de uso cosmético tal vez sean los más inocuos, pues fuera de atentar contra el bolsillo sus efectos nocivos suelen ser escasos o nulos.
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No se explica entonces por qué se multa el Revertrex pero se consiente la difusión de programas engañosos sobre medicina y salud, en realidad largos comerciales patrocinados por clínicas naturistas. O por qué se permite la práctica de terapias seudocientíficas, como la imposición de las manos, la radiestesioterapia, la medicina vibracional, la magnetoterapia, para mencionar solo algunas, que jamás han demostrado ser más eficaces que el placebo, y las cuales poseen tanto sustento científico como la cirugía psíquica o las curaciones con ángeles. Debería ser un delito, por ejemplo, que a través de los medios se invite a individuos diabéticos a reemplazar su dosis de insulina por goticas homeopáticas, o por terapias con cuarzos.
El columnista tiene razón y bien haría la Superintendencia (y de paso los Congresistas) en tomar nota y empezar a seguir el camino que este autor propone.
Ya se está haciendo tarde para que la política pública empiece a castigar más severamente las charlatanerías y magufadas que, innecesariamente y por ganar unos pesos, ponen en riesgo la salud de los ciudadanos.