El lunes, las Farc liberaron a 10 miembros de la Fuerza Pública que habían secuestrado hacía 14 años y a quienes tenían viviendo en condiciones infrahumanas.
Estos policías y militares pronto entrarán en la desmemoria colectiva y nunca más se sabrá de ellos, hasta cuando algún diario decida poner de manifiesto la ingratitud del Estado colombiano.
De hecho, la ingratitud ya ha empezado, pues su regreso a la libertad se está celebrando mediante la violación de la Constitución, esa Constitución que ellos defendían cuando fueron privados ilegalmente de su libertad:
En la dirección de la Policía Nacional se celebra una misa de acción de gracias por la libertad de los 10 militares que estaban secuestrados por las Farc.
El acto religioso cuenta con la presencia de los policías liberados y sus familias, y es precedido por el Obispo Castrense de Colombia, Monseñor Fabio Suescún Mutis.
La eucaristía cuenta también con la presencia de la cúpula policial liderada por el director de la institución, general Oscar Naranjo Trujillo.
¡Eso es inconstitucional! ¡No se puede hacer! Yo no entiendo cómo es que hay miembros de la Fuerza Pública que no encuentran ofensivo que se crea que todos suscriben la misma creencia irracional del dios católico.
Lo que es más: ¿qué clase de enfermo mental le agradece a dios por la libertad de estos hombres, si ese dios, dizque omnipotente y benévolo, pudo haberles concedido la libertad en menos de lo que se demora un monaguillo en perder la virginidad?
Es más, el muy cretino pudo incluso haberles evitado todo el sufrimiento y que nunca los hubieran secuestrado. ¡Pero nooooooo! Prefirió esperar 14 míseros años de contemplativa observación y regodeo de la miseria de estos colombianos y sus familias para decidirse a hacer algo. ¿Y deciden darle las gracias? ¿Y con dinero de los contribuyentes?
¿Pero qué putas les pasa?
(dato: Pequeño Hereje)