Después de haber pasado por México y Cuba diciendo que las culturas del narcotráfico y marxista eran obsoletas (como si la de creer en vírgenes que dan a luz no lo fuera), el Papa inició el Domingo de Ramos haciendo un llamado ambiguo, que puede ser interpretado de dos maneras.
Por un lado, puede ser un llamado a seguir en la línea católica anti-relativista o podría ser una invitación a abrazar el multiculturalismo. En todo caso le tomé la palabra:
El papa Benedicto XVI invitó en su homilía de la misa del Domingo de Ramos celebrada en la Plaza de San Pedro “a mirar de manera justa a la humanidad entera, a cuantos conforman el mundo, a sus diversas culturas y civilizaciones”.
Está bien, miremos de manera justa el mundo: una mujer es violada y queda embarazada de su agresor, debería tener derecho a abortar esa especie de tumor que crece en su vientre si así lo quisiera, ¿no?
Los socerdotes pederastas deberían ser excomulgados, ¿no?
Violar niños debería ser un pecado más grave que robar objetos de una iglesia, ¿no?
Una institución a la que millones de personas en el mundo le creen ciegamente no debería difundir mentiras sobre los condones, ¿no?
Una institución compuesta por supuestos vírgenes que no tienen ni idea de relaciones sexuales consentidas es la menos indicada para dar consejos, mucho menos para imponer lo que la gente debe hacer o no con su vida sexual, ¿no?
Las leyes de un país laico no deberían ajustarse a las represivas y estúpidas normas de conducta católicas, ¿no?