El tema del aborto ya lo he defendido muchas veces. De las que recuerdo, una vez lo expliqué desenfadadamente, otra vez retomé las palabras del genial Carl Sagan y otra vez simplemente les di con toda la ciencia en la cara a los antielección.
Sin embargo, más esfuerzos nunca están de más. Esta vez traigo un artículo de Rafael Rivero, quien atendió a una charla de Abby Johnson en la Universidad Estatal de Colorado, en la que su oposición al aborto y sus motivos fueron dolorosamente ignorantes (como toda oposición al aborto) y que Rivero con elegancia le responde, ciencia en mano:
Los anti-elección a menudo cantan sobre el daño psicológico y físico irreparable que el aborto inducido puede causar. Me referiré a cada uno de ellos a su vez, empezando con el daño psicológico. Ha habido varios estudios realizados donde los efectos psicológicos secundarios de un aborto se pusieron a prueba. En un estudio específico, la tasa de incidencia del primer contacto psiquiátrico en las niñas y mujeres que no tenían historial de trastornos mentales en un período de 13 años fue examinado. Los pacientes fueron evaluados antes y después de un primer aborto durante el primer trimestre, así como antes y después de un primer parto (Laursen, et al., 2011). Los resultados fueron muy interesantes. Para la estadística de aborto, de cada 1000 personas-años, la tasa de incidencia fue de 14,6 antes de un aborto y de 15,2 después de un aborto (Laursen, et al., 2011). Los intervalos de confianza del 95% de estos números (un margen de error, en términos profanos) de hecho se sobrepusieron, por lo que la conclusión alcanzada por Laursen, et al en realidad fue que la idea de que hay un mayor riesgo de contacto psiquiátrico después de este tipo de aborto no es correcta, como se soporta en los datos. Por el contrario, los investigadores encontraron que la tasa de incidencia antes del parto era de 3,9, ¡pero se elevaba a un 6,7 después del parto (ambos con un intervalo de confianza del 95%) (Laursen, et al., 2011)! Esto significa que no hubo un aumento del riesgo después de un aborto, pero el aumento del riesgo después de un parto normal es bastante. Al parecer, es correcto lo inverso de lo que dicen los anti-elección (Blum et al., 2008).
En otro estudio aparte un año más tarde, el mismo grupo de investigadores probó la misma hipótesis con exactamente las mismas circunstancias (antes y después de un primer aborto durante el primer trimestre / antes y después del parto), pero con mujeres que tenían un historial de trastornos de salud mental. Los datos utilizados en este caso abarcaban 14 años. Sin entrar en las estadísticas de nuevo, los resultados fueron muy similares a su estudio anterior, mostrando un riesgo similar de readmisión en el grupo de aborto antes y después de los hechos en contraposición a un notable aumento del riesgo de readmisión post-parto (Laursen, et al., 2012). Otros estudios y revisiones sistemáticas de estudios anteriores también han llegado a resultados similares, aunque las pruebas de este tipo de cosas no son sencillas (Blum et al., 2008).
En cuanto al aspecto del daño físico, se puede decir que todo procedimiento médico tiene riesgos, pero da la casualidad que los abortos legales se encuentran entre los procedimientos médicos más seguros. En un artículo que cubre 11 años de abortos efectuados legalmente, se encontró que la tasa de mortalidad total para las mujeres fue de 0,7 por 100.000 (0,0007%) (Bartlett et al., 2004). Esto es aún después de tener en cuenta el aumento de 38% en el riesgo de muerte después de la octava semana de gestación! Si eso no es un procedimiento médico seguro, no sé cuál lo es. Por ejemplo, si el riesgo de muerte asociada con el aborto se compara con, digamos, el riesgo de muerte asociado a procedimientos quirúrgicos generales, que resulta ser (teniendo en cuenta cifras del 2006) 1,32%, o 189,690 muertes en 14,333,993 casos (Bader, et al., 2012), nos encontramos con que hay un aumento del riesgo total de 1885 veces del aborto a la cirugía general [¡Corrección de los números anteriores, gracias por notarlo, comentaristas!]. Los números no mienten.
Algunas otros riesgos y complicaciones que se han remitido incluyen la infertilidad y el cáncer de mama, el primero de los cuales puedo ver como una preocupación razonable, pero eso último es exagerado. En primer lugar, en estudios se ha demostrado que el aborto (incluyendo abortos múltiples) no tiene ninguna o muy poca influencia con la situación reproductiva de las mujeres (Aravandinos, et al., 1993; Daling, et al., 1985). Incluso ha habido estudios realizados donde los casos fueron controlados a un tipo específico y, hete aquí, que regresaron con más del 90% (en la mayoría de casos superior al 97%) de concepciones después de un aborto (Frank, et al., 1993.; Fry, MacKenzie, 1988; OMS, 1984). Así que, en definitiva, no hay ningún efecto sobre la fertilidad futura por un aborto inducido (Frank, et al., 1993), ¡hurra! En segundo lugar, la relación entre el aborto con el cáncer de mama es débil en el mejor de los casos cuando se compara con amplios artículos de revisión que combinan múltiples estudios. En 1996, Brind, et al. publicaron una revisión de 21 estudios que concluyó que había un mayor riesgo de cáncer de mama de 1,3, pero falló en incluir 19 estudios elegibles. Cuando los tuvieron en cuenta como parte de un análisis de grupo colaborativo en el 2004 (el cual aumentó los estudios revisados a 53 y las mujeres con cáncer de mama encuestadas a 83.000), los resultados demostraron que el riesgo de cáncer de mama no estaba asociado con el aborto. Por otra parte, otros estudios realizados en Europa y los Estados Unidos (incluyendo uno en la Universidad de Harvard) tampoco han encontrado ningún vínculo o aumento de la incidencia de cáncer de mama después de un aborto en absoluto (Amiano, et al., 2006; Colditz, et al., 2007).
Otra de las cosas más importantes que hacen que la gente hable sobre el aborto es la idea de que las mujeres que tienen abortos están poniendo fin a una vida. Lo curioso es que cuando las personas que están contra el aborto dicen que las mujeres están “matando” o “terminando” con una cierta “vida” que llevan dentro de ellas, implícitamente se refieren a una vida humana. De hecho, estoy esperando que eso sea lo que quieren decir, porque, aun así, tienen una grave falta de comprensión acerca de lo que realmente es la vida. Si Abby Johnson hubiera puesto realmente atención a, oh, no sé, la clase de Biología de bachillerato, ella sabría que los aspectos fundamentales de la vida son: 1) La vida puede “funcionar” (usa y produce energía y tal), 2) la vida puede responder a los estímulos, 3) la vida puede crecer / desarrollarse, 4) la vida puede adaptarse, y 5) la vida es ordenada. De hecho, también podemos saltarnos estas e ir derecho a la unidad básica fundamental de la vida – la célula (Kämpfer, 2011). Ahora, aquí es donde tenemos un problema: si una célula es la unidad básica de la vida, y la concepción se produce cuando dos células se unen, ¿no significa eso que había vida allí antes de la concepción? Aún más, ¿no significa eso que realmente no hay “comienzo” o “fin” de la vida per se, excepto (tal vez) por la división celular y la muerte celular?
En realidad, con el descubrimiento de las células fetales que son pluripotentes y tienen la capacidad de ser inmortales (Alcaina, et al., 2010; Chakraborty et al., 2010), eso realmente te hace dar un paso atrás, cuando crees que lo sabes todo acerca del desarrollo temprano y la vida. La pluripotencia está definida como la capacidad de una célula de diferenciarse (dividirse y transformarse) en células de las tres capas germinales: ectodermo, mesodermo y endodermo (de izquierda a derecha: capa del cuerpo exterior, media, e interna) (Alcaina , et al., 2010; Chakraborty, et al., 2010). Esto ocurre durante los períodos de gestación y, te guste o no, significa que una vez fuiste un fajo de células con la capacidad de convertirte literalmente en cualquier cosa y vivir para siempre, con las condiciones adecuadas (Alcaina, et al., 2010; International Stem Cell Iniciative, 2007; Chakraborty et al., 2010).
De hecho, el desarrollo del feto humano es tan similar al de los ratones que a menudo ellos son usados como análogos para los estudios sobre el desarrollo prenatal humano. Un grupo fue tan lejos que activó la pluripotencia en ratones de la misma manera exacta y usando exactamente las mismas vías de señalización que las células humanas (Brons, et al., 2007). Si un humano y un ratón se desarrollan en la misma forma, ¿qué nos separa de ellos, aparte de la expresión genética? Tenemos casi los mismos genes y las mismas funciones internas, así que todo se trata de esa expresión de dichos genes, a pesar de que las células madre humanas derivadas de espermatogonias encontradas en los testículos de los adultos pueden crecer muy bien en los ratones (Aicher, et al., 2008). Ya es mucho cuando la gente dice saber a ciencia cierta cuándo comienza la vida y sin embargo ni siquiera pueden definir la vida en general. Parece cada vez más como que la vida simplemente es y no hay momento en que un proceso puede ser detenido y alguien puede decir: “¡Oh, mira, vida humana!” Así que por favor dejen de decir que el feto tiene algo tan tonto o común como uñas para llamar la atención sobre su punto.
Dejando las equivocadas ideas sobre el comienzo de la vida, otro obstáculo debe ser superado: el dolor fetal. Ahora bien, Abby Johnson específicamente afirmó [AVISO: el siguiente es un resumen de su historia y no toma en cuenta si es real o no] que el feto del que ella fue testigo en el ultrasonido estaba reaccionando al pinchazo del médico, mientras que el procedimiento ocurría, en obvio dolor y estrés. Ella hizo el salto de la reacción al dolor, asumiendo que ambos están conectados… quiero decir, ¿por qué no habrían de estarlo? Lamentablemente, cuando se trata del cerebro y las vías nerviosas dentro de él, hay estructuras que son absolutamente necesarias para la percepción del dolor. En este momento, estamos a punto de entrar en algo de neuroanatomía, que estoy asumiendo que es la asignatura favorita de Abby Johnson. ¡Vamos a zambullirnos!
El dolor requiere de dos cosas en concreto: el reconocimiento consciente y nocivas estímulo (Drey, et al., 2005). Por que estas dos cosas sean reconocidas, se necesita una gran cantidad de energía del cerebro. En primer lugar, a pesar de que no sabemos acerca de los detalles del cerebro, sabemos con certeza qué áreas hacen qué y cómo están conectadas. Por ejemplo, las cortezas prefrontales límbicas (emoción) y las cortezas prefrontales laterales (cognitivas) de los primates en general están muy interconectadas y se cree que son necesarias para la capacidad de ser conscientes y tal (Barbas, 2000). El problema de si un feto siente dolor, entonces se basa en las vías neurales desde los sensores a lo largo de la piel, órganos, etc, hasta la columna vertebral, y en el cerebro, que entonces necesita una corteza prefrontal desarrollada y las conexiones mielinizadas (aisladas) necesarias para ser capaz de procesar lo que se siente. Entonces se supone que la anatomía mínima necesaria para el dolor, hecha la conexión, es de las proyecciones del tálamo (región del cerebro situada entre la corteza y el cerebro medio) hacia la corteza llamada fibras tálamo-corticales (Grupo de Trabajo, 2010; Drey, et al., 2005) junto con terminaciones nerviosas libres. Estas fibras comienzan a aparecer entre las 23 a 30 semanas de gestación, y se sabe que las terminaciones nerviosas libres en todo el cuerpo comienzan a conectarse a la columna vertebral y maduran entre las 23 y las 25 semanas de gestación (Derbyshire, 2006; Drey, et al, 2005). A lo que esto equivale es al consenso de que el feto tiene la capacidad neurológica para sentir el dolor en torno a las 26 a 30 semanas de gestación (Drey, et al., 2005; Grupo de Trabajo de 2010, Derbyshire, 2006). Esto significa que no hay absolutamente ninguna posibilidad de que el feto que Abby Johnson dice que ella vio en la ecografía a las 13 semanas de gestación sintiera ningún dolor.
“Pero, ¡espera!”, dirán ustedes, “¿qué pasa con el feto reaccionando al médico metiendo el tubo?” Y este es probablemente uno de los mayores malentendidos que he tenido el disgusto de escuchar porque, bueno… las reacciones no tienen que ser conscientes. Rápidamente puedo dar tres ejemplos de reacciones inconscientes que me vienen a la cabeza: 1) cuando un médico te golpea con su martillo triangular en la pierna y esta se sacude, 2) cuando pones el dedo en el medio de las almohadillas en el pie de un perro y la pierna se sacude espasmódicamente, y 3) cuando una ameba es tocada con la punta de un palillo de dientes y retrae sus pseudópodos (sección alargada citoplasmática). De hecho, se sabe que los fetos reaccionan al ser estimulados a un ritmo de 33,9% cerca de las 13 semanas de gestación (Hata et al., 2011). ¿Significa esto que lo sintieron? ¡No! ¡No puede hacerlo! Si todavía piensas que puede, por favor vuelva a leer el párrafo anterior a éste.
Si prefieres no hacerlo, lo voy a deletrear con claridad: no hay en absoluto ninguna conexión todavía que sea ni remotamente capaz de la recepción del dolor. Y, como último clavo en el ataúd, incluso si la hubiera, la placenta actúa como un ambiente sedante natural, que es la razón por la que la anestesia no puede utilizarse de la misma manera en los fetos como en los adultos (Grupo de Trabajo, 2010; Drey, et al., 2005).
Con todo, esta entrada del blog fue inmensamente divertida e interesante de escribir. También me enseñó que la desinformación sobre el aborto allá afuera está desenfrenada y hay que hacer algo al respecto. Sólo porque otros prefieren poner en marcha sitios web dedicados a usar fuentes no revisadas por pares y emociones para tratar de reforzar un punto no quiere decir que los verdaderos científicos no puedan hacer algo al respecto. La literatura científica parece aterradora al principio, y las revistas, intimidantes, pero tan pronto como empieces la lectura, si no sabes nada sobre el tema, puedo garantizar que terminarás con una mayor comprensión. Pero hasta que todos empecemos ser realmente inteligentes sobre lo que decimos, seguirá existiendo gente loca que no sabe nada y puede reunir a un gran número de seguidores en el mundo.
Nada que agregar por mi parte.