Los islámicos comprenden el mundo completamente al revés. Mientras que para nosotros (y por nosotros me refiero a las personas civilizadas) es completamente normal que una mujer se masturbe y tenga sexo consensual con quien se le dé la gana, para ellos sigue siendo tema de controversia.
Por ejemplo, en Marruecos, mientras su población se muere del hambre, ellos se ensartan en discusiones bizantinas, muy acordes con su nivel intelectual:
Hay polémica por la “fetua” (edicto religioso) que emitió un predicador en ese país.
La “fetua” autoriza a una mujer a usar verduras y objetos para masturbarse y no caer así en las relaciones extramatrimoniales. Así, se ha desatado una polémica en Marruecos y ha replanteado el tema de canalización y la influencia de estas “fetuas”.
La “fetua” del polémico predicador marroquí Abdelbari Zamzami, emitida hace unos días, autoriza a una mujer soltera a masturbarse usando zanahorias, botellas o hasta el mango de un almirez, ya que eso le impedirá “caer en el pecado”.
Este es de esos casos cuando resulta algo bueno de un razonamiento errado y estúpido. Así, se le da más libertad a las mujeres… para impedir que tengan toda la libertad a la que tienen derecho por el hecho de ser humanas.
Y entonces resulta que a la cuestión se le da otra vuelta de tuerca:
Un conocido jeque de tendencia salafista llamado Mohamed Fizazi dijo por su parte que “esta ‘fetua’ es una locura, y supone un menosprecio por la sacralidad de la ‘fetuas’ (…) Podría haber emitido su fetua en privado a una mujer, sin necesidad de hacerla pública; así, se ha puesto en ridículo”.
Ahhh, ahora resulta que esa fatwa sí es una locura. ¿Y qué hay con las que exigen el asesinato de un escritor por criticar levemente su estúpida superstición? ¿Qué pasa con la fatwa que establece que la Tierra es plana y la que establece que el Sol gira alrededor de la Tierra? ¿O la que condenó a la pena de muerte a Mickey Mouse y a Tom y Jerry? ¿Y la que discute si está permitido o no comer carne de sirena?
Aunque la mayor locura es obsesionarse con lo que las mujeres hacen y dejan de hacer con su propio cuerpo (sea sexo o masturbación, que ambas son su íntima decisión y su derecho) mientras sus pueblos se mueren de hambre.