Creo que la empresa relativista es como la Iglesia: saben que detrás de lo suyo no hay nada serio, que son patrañas, pero la pereza intelectual les impide ir más allá.
Por eso, al igual que la Iglesia, se vuelven selectivos con sus batallas. Así como los unos califican de ‘antinatural’ el homosexualismo pero no tienen problema en abrir un paraguas cuando llueve, los otros sólo sacan a relucir su defensa de la pureza cultural cuando se puede perpetuar la violación de derechos humanos o hay una minoría quiere pasar por encima de la ley.
Por eso no me extraña que la indignación haya brillado por su ausencia cuando se practica yoga en territorio de los Tayrona:
Llegar cuanto antes a este parque natural donde me está esperando un retiro de yoga y meditación con el que sueño desde hace años.
…
Volvemos a nuestro yoga, a nuestras meditaciones que practicamos al aire libre, a nosotros.
Es fácil; todo te ayuda y te acompaña a conectarte con tu centro, con la esencia de tu ser. A ser parte de este entorno sagrado para las comunidades indígenas que habitan la zona.
Claro: un entorno sagrado al que irse a adorar las energías del yoga en otra época fácilmente habría significado una muerte por blasfemia o el sinónimo cultural de esta.
Que la cultura tayrona sólo sea conservada por una minoría de la población la pone en desventaja a la hora de exigir respeto por la vía de la violencia, pero no deja de ser una falta de respeto e intromisión en su cultura.
¿Y dónde están los multicultis?