Lamentablemente muchas personas estudiosas, inteligentes y preparadas no logran deshacerse de sus prejuicios.
Es lo que le pasó a mi amigo Diego Cangrejo (sí, se llama así) de la facultad de periodismo. Allí aprendimos que los medios de comunicación no manipulan a las personas, que la comunicación no se reduce a emisor-mensaje-receptor y que el estudio de la comunicación tiene más importancia en lo que comúnmente se entiende por “receptor” que en el “emisor”. Sin embargo, Diego ha terminado escribiendo un artículo sobre el malvado, conspirador y todopoderoso imperialismo norteamericano, emisor de mensajes que nos colonizan culturalmente (?):
El imperialismo cultural estadounidense es una práctica fomentada desde sus políticas intervencionistas que buscan no solo la homogenización de nuestro funcionamiento económico, sino también de nuestras sociedad, suprimiendo la identidad cultural, imposibilitando el conocimiento de las realidades mediáticas globales, guiando la mirada hacia el pensamiento occidental lo que imposibilita la interculturalidad e invisibiliza nuestras realidades cercanas a pesar del contacto tecnológico esté siempre está guiado por multinacionales y flujos de informaciones propias del monopolio de los medios controlados por la ideología occidental.
Lo primero que hay que decir es que Diego fracasa estrepitosamente en la comprensión de lo que es la cultura. Las culturas no son fenómenos quietos, aislados, que se puedan ver a través de una vitrina. Las culturas cambian, interactúan entre sí y evolucionan (y lo lógico es que algún día exista una sola cultura planetaria, cuando todas las culturas se hayan fusionado en una sola).
¡Atacar el imperialismo cultural para luego decir que “imposibilita la interculturalidad” es una contradicción!
La mayoría de prácticas culturales modernas se encuentran subordinadas a interacciones con el norte: desde la forma de vestir, la de comer y hablar, así como también se han introducido mediante las producciones de estas industrias, un sinnúmero de imágenes estereotipadas de nuestros mismos semejantes. (El héroe, el exitoso, la mujer maravilla, etc.)
A ver, no. Lamento que Diego no haya puesto más atención a la clase de escirtura audiovisual, pero existen ciertos patrones que tienden a hacer que los seres humanos nos interesemos más en las historias. Es lo que se conoce como camino del héroe y así es como se estructura un arco narrativo para hacerlo interesante. Ni subordinación, ni nada.
La masa geográfica de EEUU ni siquiera existía en los mapas cuando se escribieron la Ilíada y la Odisea, ni cuando se escribió la epopeya de Gilgamesh, ni cuando los cristianos hicieron ese saperoco de sincretismo supersticioso a la hora de inventarse al dichoso Jesús. La escala de Raglan, los veintidós rasgos arquetípicos de dioses y héroes, fue totalmente cumplida por Edipo antes de que existiera el imperio Británico del que se independizó EEUU. ¡Son las más básicas estrategias narrativas!
La industria cinematográfica, mucho tiene que ver con las intenciones económicas y políticas de quienes la financian, como lo podemos ver en las películas hollywoodenses donde siempre se ve al árabe como el enemigo (como en una época fue el ruso) y aunque esta sea una realidad muy invisibilizada por los mismos espectadores, es así como se encuentran guiada la visión occidental del mundo.
Ya: facepalm! Eso es poderosamente estúpido. No alcanzo a contar todas las películas con factura hollywoodense que muestran que el gobierno estadounidense es corrupto, que hay una conspiración contra el que se rebela, que se persigue a un ciudadano con todo el aparato estatal. Supongo que entonces Diego ha sido alienado por el cine hollywoodense y realmente se ha creído que el gobierno estadounidense es ‘malo’ y por eso termina escribiendo sobre el “imperialismo norteamericano”.
Existen varias transnacionales manejadas por el poder político-económico estadounidense que llevan las representaciones “gringas” y códigos culturales con el fin de penetrar en las culturas locales, y si pensamos maquiavélicamente lo hace con el objetivo de llevar a cabo una colonización ideológica (podríamos tomar como ejemplo el sueño americano y su esencia de libertad). Esto se puede evidenciar en la hegemonía de la industria audiovisual estadounidense.
Eso ya es una burda mentira del tamaño del Sistema Solar. Por muchas transnacionales que existan y toda la propaganda del mundo, los seres humanos venimos equipados con un gran instrumento que nos permite llevar a cabo una recepción crítica de los mensajes – esto es, que no tragamos entero (la mismísima semilla de las facultades críticas). Ese órgano se llama cerebro y recomiendo fuertemente que los que creen que hemos sido “colonizados” ideológica y culturalmente por los EEUU (?) lo estrenen.
La “hegemonía de la industria audiovisual estadounidense” se dio no por ser un proceso planeado, sino porque en EEUU se dedicaron a producir rollos cinematográficos hasta por las orejas hasta que se volvieron los duros en eso. Ni más, ni menos.
Por último quisiera recalcar un último factor que favorece el imperialismo cultural norteamericano y es el factor sicológico de los habitantes latinoamericanos y especialmente colombianos. Es la sensación de sentirse inferiores de compararse con países de primer orden de creer que la modernidad y el primer mundo son los aparatos tecnológicos, de asumir cultural globales y modas por la falta de tradición y formación cultural.
Claaaaro, porque los que nos hace falta son más sacrificios humanos en vez reducir las brechas económica y digital. Por cierto, ¿es que acaso escribir un blog no es asumir una cultura global y una moda?
En cuanto a la falta de tradición y formación cultural, Diego se equivoca una vez más: aquí sobra la tradición. ¿Crucifijos en las casas? ¿Vírgenes María en las estaciones de Policía? ¿Estúpidas recatadas que creen que decirle “puta” a otra mujer es un argumento? ¿”Échele café”?
No, las tradiciones abundan. Y mantenerlas en vez de abrazar el desarrollo tecnológico y los avances científicos es lo que nos mantiene en las antípodas del desarrollo y el progreso.