Es refrescante enterarse cuando la ciencia ha precedido los grandes progresos sociales.
Y un ejemplo exquisito del que tuve noticia esta semana fue el de la masturbación femenina:
Tenemos que remontarnos a mediados del siglo XIX para encontrar los primeros vibradores de la Historia. Además, es curioso comprobar que por entonces, no se concebían como juguetes sexuales, sino como instrumentos terapéuticos. Los médicos recomendaban a las mujeres masajear el clítoris como único tratamiento para curar la “histeria femenina”, una enfermedad con síntomas tan comunes como la ansiedad, el insomnio, el mal genio e, incluso, la falta de apetito. Las pacientes diagnosticadas con esta enfermedad eran tantas que, ante la gran “demanda orgásmica” y para aliviar la mano de los médicos y esposos, surgieron los primeros vibradores.
En 1869, el médico estadounidense George Taylor patentó un vibrador a vapor llamado The manipulator. Más tarde, en 1880, el doctor inglés Joseph Mortimer Granville inventó el primer vibrador electromecánico con forma fálica. El mecanismo era muy ingenioso: el calderón de vapor, mediante la correa de transmisión, movía una cadena que, al girar, alimentaba una dinamo. Esta cargaba la batería que daba corriente al motor eléctrico y ponía en movimiento el émbolo del dildo. Fue en 1902 cuando la empresa estadounidense Hamilton Beach comercializó el primer vibrador eléctrico para venta al por menor.
¡Qué maravilla!