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Ahora soy vendedor de metros

Como no podía ser de otra forma, el exalcalde Enrique Peñalosa sólo puede defender ese aberrante sistema de transporte público que él mismo instauró mediante falacias.

Según él, los que atacamos TransMilenio somos defensores del proyecto del metro en Bogotá:

Luego de una semana de protestas de ciudadanos, Peñalosa, defensor del sistema pues fue quien lo puso en marcha, aseguró que todo indica que ahora quieren desprestigiar a Transmilenio y relacionó a los vendedores de metros.

“Claramente hay unos interesados en desprestigiar a Transmilenio: vendedores de metros”, indicó Peñalosa en Twitter.

A ver, vamos a dejar una cosa clara: en Bogotá es imposible poner un metro. El terreno no da y nunca va a dar. ¡Es imposible!

Habiendo resuelto mi supuesto interés en defender el metro, la falacia ad hominem, ahora miremos la de falso dilema:

“¿Metros menos llenos que Transmilenio? ¿Seguro?”, se preguntó. Para responderse él mismo, publicó en su cuenta en la red social una fotografía donde se evidencia la crisis del metro de Sao Paulo.

“¿Seguro que los metros van más desocupados que Transmilenio?”, cuestionó.

Para Peñalosa, la única salida a la movilidad en Bogotá son los sistemas de bus con carril exclusivo.

“A arreglar y mejorar Transmilenio (…) cuando pasen las emociones, a trabajar con seriedad mejorando y expandiendo Transmilenio”, agregó.

Por supuesto, esto raya en lo estúpido. Un sistema de transporte público del siglo XXI no debería parar en los semáforos, inconveniente que presenta TransMilenio, que es una mala copia del sistema de Curitiba, ideado para una ciudad de un millón de habitantes y no los ocho con los que cuenta Bogotá.

La única salida a la movilidad en Bogotá es que se acabe el monopolio de TransMilenio (a ver si les va tan bien con sus pésimas calidad y atención sin tener líneas exclusivas) y que se actualice la infraestructura vial de la ciudad, que tiene quince años de atraso (eso sin contar las decisiones que tomó el mismo Peñalosa para asegurarse de que hubiera más trancones y así poder promover su corrupto TransMilenio – lo que llaman con el eufemismo de “desincentivar el uso del carro particular”, que en realidad consiste en provocar más trancones).

TransMilenio es un muy mal sistema por sí solo. Mejor nos iría si lo abandonáramos y miráramos verdaderas opciones de transporte público del siglo XXI más allá del supuesto urbanismo de ese charlatán y estafador bueno para nada que es Enrique Peñalosa, con su odio contra el carro particular y la clase media.

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