En más de una ocasión he advertido sobre lo peligroso que es pensar con el deseo, muy especialmente cuando se trata del conflicto colombiano.
Ahora las Farc han dicho que renunciarán al secuestro y el país entró en euforia colectiva. Yo no. Y afortunadamente no soy el único. Hay razones de peso para no creerle a las Farc nada de lo que digan:
Vale la pena recordar que esta no es la primera vez que los grupo narcoterroristas se comprometen a no secuestrar. Hace no muchos años, en Maguncia con el ELN -en un acuerdo que era un exabrupto moral y en esencia delictivo- se pactaron “reglas” para el secuestro: que fueran menores de 65 años y excluyeran niños… nada de eso se cumplió. Así que no debemos ilusionarnos demasiado; quienes están acostumbrados a asesinar, no reparan en las nimiedades de las mentiras. Recuerdo muchas falsedades de las Farc: la liberación de Emmanuel –a quien no tenían-; lo sucedido en el Cagúan donde escondían secuestrados y traficaban con dólares… pero no tengo en mi memoria ninguna verdad.
Yo no habría podido decirlo de manera más clara. Y esta también es una poderosa razón para no negociar ni dialogar con los terroristas.