Una de las cosas que más me molestan del privilegio religioso es la exención de impuestos con el que son premiados… por infundir el miedo entre los feligreses y propagar los prejuicios y la ignorancia (¡vaya cosas que premiamos!).
Y sólo empeora al darme cuenta que las iglesias están más que dispuestas a movilizar a todos esos chupacirios que tienen por seguidores para moldear las políticas públicas según su analfabeta y distorsionada comprensión de la realidad.
Creo que el primer paso para remediar esto es que si alguien quiere participar de las políticas públicas tiene que pagar los impuestos como todo el mundo, sea mensajero de dios, Zeus, Belcebú, Buda o el mismísimo Monstruo del Espagueti Volador. Es lo que están haciendo en Israel:
Durante años la Iglesia Católica se negó a pagar impuestos en Israel por los inmuebles que ocupa. Uno de ellos es el Cenáculo -lugar en el que se presume ocurrió la última cena de Jesús y sus discípulos- en Jerusalen. Después de años de negociaciones el vaticano decidió retirar su demanda sobre la propiedad de este inmueble, y empezará a pagar impuesto por los demás inmuebles que ocupa.
En varios lugares del mundo la Iglesia Católica considera que sus inmuebles deben estar libres del pago de impuestos, cosa que ha obtenido en la mayor parte de los países.
Y es bueno saber que también Italia, el único país vecino del Vaticano, empieza a adoptar esta postura:
El primer ministro italiano Mario Monti anunció que en el futuro el Vaticano tendrá que pagar impuestos por sus propiedades no religiosas, que antes gozaban de una exención impositiva.
La institución tiene unas 110.000 propiedades registradas a su nombre, cerca del 20% de las que existen en Italia y equivalentes a US$ 11.940 millones.
Entre esas propiedades se incluyen centros comerciales y residencias privadas.
No faltará el llanto arzobispal porque no les gusta ser tratados como personas común y corrientes. ¡Súper doloroso! Casi como si les violaran a sus hijos. Ohh, wait…