Desde que era pequeño crecí escuchando que los congresistas son los seres más zánganos y corruptos que hay. Algo típico de una Banana Republic.
Y resulta curioso lo mucho que esa afirmación le hace honor a la realidad, cuando uno se entera que el 70% de los congresistas tienen deudas con la justicia:
150 de los 268 parlamentarios que integran el Congreso de la República, tienen alguna investigación en curso, tanto en la Corte Suprema de Justicia como en el Consejo de Estado.
De estos 150 representantes a la Cámara y senadores, 112 afrontan investigación penal y 38 tienen procesos pendientes en el Contencioso Administrativo por pérdida de investidura.
Para siempre quedará en mi memoria cuando Jaime Garzón le preguntó a Edgar Peréa si él iba con todas esas cadenas de oro al Congreso, que si era seguro. Peréa le respondía que sí, que allá, en el Congreso, no robaban. Y Garzón se atacó de la risa.