Estoy convencido de que la Superintenedencia de Industria y Comercio (SIC) es la única entidad del Estado que hace su trabajo más o menos de manera eficiente. Ya multaron a los estafadores de las timopulseras y parece que siguen cazando a los fraudes de todo tipo.
En especial me parece muy importante que vayan tras los charlatanes de los productos dizque curativos:
Los engaños más evidentes tienen que ver con los llamados ‘productos milagro’, que prometen reducir el peso, curar el cáncer o revertir la calvicie, todo en semanas. En noviembre, la SIC multó a Genoma Lab por promocionar una línea de cosméticos que supuestamente prevenía la calvicie y la aparición de canas, eliminaba las arrugas y las manchas y actuaba contra la ‘piel de naranja’, al considerar que no había soporte científico que respaldara los supuestos beneficios. Lo mismo ha ocurrido con los anuncios de productos como la Apitoxina, “cuyo efecto contra el dolor es 100 veces superior a la morfina”; el gel Renuée, “que quita las estrías en un 90 por ciento en tres meses”, y la Sedicina, un ungüento que “reduce manchas, arrugas, estrías, ojeras” y un largo etcétera.
Ojalá otras entidades del Estado emularan su interés en la protección del consumidor y del ciudadano promedio de estos mentirosos profesionales.