En estos días se estrenó Apaporis, documental acerca del río que lleva ese mismo nombre. La cinta fue llevada a cabo por Anotnio Dorado Zúñiga.
El estreno de la película le sirvió de oportunidad a Alfredo Molano para hacer una reseña sobre el tema, en la que no se olvidó de disparar dardos envenenados con el más ponzoñoso buensalvajismo:
Davis escribió el libro sobre esa aventura en el Apaporis, y Dorado una película sobre El río para contar la historia del saqueo de la selva por los comerciantes y de la destrucción de conocimientos indígenas por parte de las Iglesias. Dorado no hace sus denuncias en tiempo pasado, sino en presente y en futuro. No se trata sólo del caucho, de la madera, del curare, sino también de la coca, del oro, del coltán, del robo de la sabiduría de los chamanes por parte de las firmas farmacéuticas y, sobre todo, de la destrucción sistemática de la selva.
¿Conocimientos indígenas? ¿Como cuál? ¿En qué días de eclipse es bueno llevar a cabo un sacrificio humano para satisfacer a los dioses?
Lo siento, pero las iglesias no destruyeron ninguna sabiduría indígena. Destruyeron su cultura y sus tradiciones. Cambiaron las supersticiones nativas por la europea, pero la superstición no contiene conocimiento ni sabiduría.
En cuanto a lo de las farmacéuticas, eso es sólo odio reencauchado. Los laboratorios se gastan no sé cuántos pavos en investigación y desarrollo para venir a decir que los chamanes ya tenían eso. Porque no sé, pero hasta la fecha no se ha encontrado un solo laboratorio de los nativos americanos. Mucho menos una instalación con las herramientas y el equipo necesario para determinar las propiedades de la flora silvestre.
Y lo demás, las invocaciones a Bochica y Bachué, de nuevo, no son conocimiento. Son superstición.