Es increíble pero todavía se siguen publicando artículos del fantabuloso Christopher Hitchens.
Esta vez, en el Consejo para el Humanismo Secular apareció un artículo suyo en el que defiende a Richard Dawkins y su supuesta estridencia. Imperdible, como siempre:
Si no lo han leído, es casi seguro que lo han visto: la crítica al profesor Richard Dawkins, que lo acusa por ser demasiado “estridente” en sus enfrentamientos con sus críticos. De acuerdo con esta línea de ataque, Dawkins no tiene por qué salirse de la academia para convertirse en un “intelectual público” y menos aún tiene el derecho a levantar la voz cuando así lo desee. Implícito en este ataque bastante hipócrita está la no menos hipócrita indirecta de que Dawkins podría ser mejor recibido si fuera más educado y atraería a una mejor clase de audiencia si se contuviera más y mantuviera el derecho de nacimiento de todo de inglés, que, obviamente, posee en tal medida.
Creo que Dawkins está bastante en lo correcto al rechazar la grasosa invitación que se encuentra en esta oferta, y espero que siga haciéndolo. Digo esto mientras que de hecho he encontrado que sus formas son excepcionalmente bastante educadas y tranquilas, incluso, sobre todo cuando se tiene en cuenta el contexto de esta discusión. Yo, por ejemplo, soy un escritor aficionado autodidacta que goza de llegar a ser un poco patán en los debates con los que piensan que la Tierra fue diseñada pensando en ellos. Dawkins, por su parte, ha dedicado décadas de su vida a perfeccionar y profundizar la enseñanza de la biología evolutiva – una materia revolucionaria que apenas está comenzando a revelar sus propiedades y aspectos aún más revolucionarios, y curativos y educativos. ¿Por qué debería quedarse quieto y ver una valiosa y preciada disciplina ser insultada, e incluso amenazada con no ser enseñada? No es ninguna exageración decir que en algunas partes del mundo moderno se están haciendo esfuerzos reales para reprimir la biología evolutiva e imponer la enseñanza -bajo diversos disfraces de distinta ingenuidad- del creacionismo. En cuyo caso, la verdadera pregunta debería ser: ¿Dónde están los otros profesores? ¿Por qué la academia está siendo tan cobarde al no defender la enseñanza y la libre investigación en la que vive? No creo que se deba dejar que el profesor Dawkins haga este trabajo tan importante por sí solo.
Al hacerlo completamente, por supuesto, él viene de una tradición potencialmente grande. En el famoso debate del siglo XIX con el obispo Wilberforce, o el “jabonoso Sam”, en el que se llevó a juicio la teoría de la evolución y fue encontrada sólida en la escuela de Oxford, fue Thomas Huxley, quien surgió como el “bulldog de Darwin”. No es que se esperara que el suave y retirado Charles Darwin pudiera o fuera a aparecer cada vez para defender la evolución por selección natural, pero al menos había alguien en quien podía confiar, y la evidencia es que Huxley estaba muy feliz de emprender la tarea. Mi punto de vista ahora sería que todo eso estaba muy bien para el siglo XIX, cuando la lucha era para ampliar y profundizar el círculo del conocimiento científico. Pero ahora que la disciplina está claramente establecida, ¡no debería requerir a todo un profesor para justificar su derecho a ser enseñanda! En cambio, él y los demás deberían seguir adelante con proyectos importantes. Sin embargo, hoy mismo hablé con algunos biólogos que trabajan en estrecha colaboración con los Institutos Nacionales de Salud y regularmente se ven obligados a perder tiempo en discusiones distractoras acerca de la ética de la utilización de células madre existentes. Por desgracia, en un testimonio ante el Congreso, se ven obligados a ser educados y discretos, para no conocer la ira de Dios.
Es por eso que supongo que la gente le pone trampas a Dawkins, tratando de atraparlo. Recientemente hubo un intento de “te tengo” cuando mostró reticencia a tener un intercambio público con el fundamentalista protestante William Lane Craig. Esta vez el coro se volvió sarcástico y pseudo-irónico -“Dawkins recahza el debate, etc.”- como si esta vez quisieran que fuera más estridente en vez de menos. No es como si Craig fuera un biólogo o tuviera cualquier otro tipo de credencial seria, aunque a él le gusta afirmar que tiene “credibilidad” al desafiar grandes nombres. Dawkins está por lo general dispuesto a dar cabida a los debates con el “otro lado”. Pero tuvo serias dudas sobre la premisa de este, porque Craig había hecho una defensa especialmente dura y brutal del genocidio de los amalecitas. En general, la facción de los “Cuatro Jinetes” evita el intercambio directo con negadores del Holocausto, no sea que la idea de la negación se vuelva insidiosamente más aceptable. Y, oculta como está en la retórica bíblica, la defensa de Craig de la vista exterminista expresada en el Pentateuco está tan cerca de la negación que hace muy poca la maldita diferencia. De hecho, como trato de señalar, es considerablemente más como una afirmación del Holocausto. Todo el proyecto de la extirpación ha sido aprobado, hasta la masacre de los niños amalecitas, en razón de que en el cielo hay un lugar reservado para ellos. Ellos simplemente nacieron en el lugar equivocado (y de los padres equivocados) para poder dar cabida a los hijos de Dios.
Así que aquí me encuentro de nuevo apoyando incondicionalmente alguna “estridencia” del profesor Dawkins. Es repugnante que prediquen el asesinato étnico en masa porque esté establecido en los libros sagrados. Por otra parte, por la actual situación altamente cargada en Palestina, es increíblemente irresponsable. El fanatismo de los colonos israelíes es financiado y alentado en gran medida por cristianos evangélicos estadounidenses: si parecen estar defendiendo o justificando el genocidio, ello ayuda a disminuir el umbral en el que estos horrores pueden ser presentados y discutidos. Me parece que tal cosa merece una condena inequívoca. En cuanto a si Craig es invitado a repudiar el asesinato en masa desde la plataforma, o como una condición para participar, no me importa mucho. Pero creo que sé quién es el demagogo en esta situación y quién es el profesional honesto intentando hacer el mejor uso de su tiempo en aras de la erudición. ¡Al menos dos hurras por la estridencia!
¡Hurra, hurra, por Richard Dawkins!