Cualquier persona medianamente enterada de lo que ocurre en los reinos del dios y de Alá, sabe muy bien que ambos infiernos se parecen demasiado.
Protegen a los violadores de personas indefensas, promueven el regreso a la Edad Media, complacen a los negadores del Holocausto y pretenden imponerle sus discriminadores prejuicios a toda la sociedad, en nombre de su amigo imaginario.
Por eso no resulta nada nuevo que Ahmadineyad haya invitado a Benedicto XVI:
Según Ali Akbar Naseri, la invitación al Pontífice la hizo Ahmadineyad en noviembre de 2010, cuando el cardenal Jean Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, viajó a Teherán con motivo del VII Encuentro del Diálogo entre Santa Sede e Irán.
El diplomático subrayó que las relaciones entre la Santa Sede e Irán son “sinceras y cordiales” y colaboran en temas culturales y científicos.
La verdad, no sé qué me da más risa. Que alguien piense que las relaciones entre ambos cretinos no iban a ser sinceras y cordiales, cuando no hay motivos para ocultar sus oscurantistas agendas -que resultan ser idénticas-, o que haya “colaboración en temas científicos” entre los que dicen que los condones no sirven y unos creatas mahometanos que no tienen la menor idea de que el sexo de los hijos es definido por el hombre.
Ya han conseguido ponerse de acuerdo, de manera anticientífica, en que un puñado de células es más persona que una mujer en edad de reproducirse, que el Universo no puede venir de la nada (cuando científicamente ya se probó que sí puede y de hecho parece ser que así es).
Ahora, ¿con qué clase de pendejada podrían salir?