Como dije, leí un proyecto de Mónica Agudelo y me pareció que detrás se escondía una persona inteligente, mordaz, con aprecio por la ironía y el sarcasmo. ¡Mi tipo de escritor!
Sin embargo, es una lástima que Mónica no haya aplicado su inteligencia en cuanto a su salud, tal como lo cuenta ese otro gran guionista y amigo de ella, Fernando Gaitán:
Yo mismo me senté en su apartamento y le armé los planes que debía seguir en su vida, pero no había pasado ni siquiera un mes cuando llegó la nefasta noticia: su vida ya no le pertenecía, un cáncer agresivo la había invadido y ahora quedaba en manos de Dios y de la ciencia establecer cuánto tiempo le quedaba de vida.
A pesar de que muchas veces hablamos de la muerte como aquel gran antagonista, nunca la sentimos cerca aunque la temíamos. Cuando asumí la adaptación de Greys Anatomy, -la serie norteamericana sobre la vida de los médicos en un hospital y que terminó siendo A Corazón Abierto- me acompañó a ver devorarme más de 20 capítulos en una semana porque yo quería que me iluminara sobre la forma de abordar la adaptación.
La vimos fascinados por la trama pero aterrorizados por los temas médicos, por lo fácil que resulta morirse, y vimos con un humor que se parecía mucho al miedo, que podíamos tener cada una de las enfermedades que padecían los pacientes de la serie. Fue allí cuando me confesó que no iba al médico hacía años porque temía que le salieran con la mala noticia de un cáncer y que ella no iba a soportarlo, que más bien esperaba que si eso sucedía, se entregaba al designio divino. Sin embargo, tuvo que ir al médico el día que sintió que le faltaba el aire, más de lo habitual, y allí estaba esperándola la noticia a la que tanto le rehuía.
Quién sabe. A lo mejor un diagnóstico a tiempo le habría comprado más tiempo en la vida.
Hubo otro fragmento del relato de Gaitán que me llamó poderosamente la atención:
Nunca entendí en todos esos cinco meses en que lloramos cada examen médico por qué un ser de luz, por qué una persona tan generosa como ella, tan libre del resentimiento, que jamás odio ni envidió a nadie, que vivió su vida alegrándosela a la de los demás y tratando de hacérsela llevadera a quien la necesitara, podía ser la víctima de algo tan severo y tan implacable.
Me permito responderle a Gaitán su pregunta de la misma forma como Hitch reflexionó el tema: El universo rara vez se molesta en responder, ¿por qué no?