Con el cómplice silencio que caracteriza a la MANE, llega la noticia de que esos cobardes, delincuentes que cubren sus caras para cometer fechorías y gritar arengas en favor del terrorismo, los dichosos capuchos se tomaron la sede de Ibagué de la Universidad del Tolima:
Los encapuchados, quienes eran acompañados por algunos estudiantes, avanzaron hacia la avenida Ferrocarril y amenazaron a todo vehículo o persona que intentara transitar por dicho sector.
Asimismo, los líderes de los disturbios se enfrentaron a integrantes de la Policía Metropolitana y les lanzaron ‘papas bomba’, en las vías aferentes a la institución de educación superior.
Uno de los uniformados, una patrullera que se transportaba en una motocicleta, debió ser ayudada por sus compañeros, toda vez que se cayó del vehículo, momentos en que huía de los elementos arrojados por los protestantes.
Y eso no es todo. Con su cobardía habitual, trataron de impedir el trabajo de la prensa y que se le informe a la ciudadanía de los eventos en los que está legítimamente interesada:
En plenos disturbios, los encapuchados y demás protestantes intentaron agredir al reportero gráfico de EL NUEVO DÍA, quien iba debidamente identificado como integrante de la prensa y quien además, se encontraba cumpliendo con su labor periodística. Al reportero, le arrojaron varios elementos explosivos, al igual que a otros comunicadores que cubrían las protestas.
La policía y el ESMAD controlaron la movilización y yo me quedo con la inquietud del tamaño de un castillo: ¿atraparon a alguno de estos delincuentes y lo llevaron ante la justicia?