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Para esto no son las embajadas

¿Qué podía ser peor que la sangre de ese cretino que fue Juan Pablo II viniera al país como reliquia?

Pues que la dichosa gira hubiera sido gestionada por medio de un funcionario del Estado colombiano en ejercicio de su cargo. Que fue lo que pasó:

Las reliquias fueron pedidas por el embajador de Colombia ante la Santa Sede, César Mauricio Velásquez, animado por el padre Manuel Felipe Forero, párroco de la iglesia que llevará el nombre del Papa en el sector del Valle de Lili, en Cali. Y el mismo secretario personal del llamado ‘Papa viajero’, el cardenal Stanisław Dziwisz, fue quien autorizó esta donación.

Así es: el embajador de Colombia ante el Vaticano está haciendo uso de sus facultades diplomáticas para favorecer la postura católica, algo que tiene constitucionalmente prohibido.

Yo pensaba que César Mauricio Velásquez Ossa estaba de embajador para ayudar a los colombianos con sus trámites y servir en las relaciones diplomáticas con el Vaticano, última escultura del fascismo en Europa.

Al parecer no comprendo de qué trata una misión diplomática y, en la única obra de Mussolini que sigue en pie, los embajadores están para lamer zuelas y promover la superstición, con cargo al erario.

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