Pues sí. Al parecer ese protector de pederastas y amigo del impresentable Marcial Maciel sigue recibiendo el tratamiento Lady Di (son católicos, no tengo muchas expectativas morales con ellos).
O por lo menos, su sangre:
La participación de las víctimas de la violencia que ha padecido Colombia, en los actos de la visita de la Reliquia del Beato Juan Pablo II que se realizarán durante los días 20, 21 y 22 de enero próximos en la Catedral Primada de Bogotá, en la parroquia María Reina del Barrio Santafé en la capital del país y en la ciudad de Cartago, Valle del Cauca, busca “unir la sangre derramada en nuestro país, a la del Beato Juan Pablo II como ofrenda de reparación espiritual por las víctimas. Se trata de unir nuestro dolor a la Cruz de Cristo, para que adquiera un sentido redentor para Colombia”, según expresó Diana Sofía Giraldo de Melo, Presidenta del Comité para la Peregrinación de la Reliquia de S.S. el Beato Juan Pablo II.
Claro, como las víctimas no han sido abusadas lo suficiente, entonces ahora escupen en sus memorias ofreciendo una “reparación espiritual” -lo que quiera que sea eso, pues no se puede reparar lo que no existe-, mezclándolas con la de este oscurantista y criptofascista personaje, que fue durante muchos años el máximo líder de la mayor multinacional del crimen.
¿Por qué no, mejor, defecan en sus tumbas? Eso sería algo menos ofensivo.
Comentario al margen, esa morbosa fascinación cristiana por la sangre es tétrica. Aunque creo que es pedirle mucho a una institución que estuvo a cargo de la Inquisición que adquiera un gusto un poco menos mortuorio.
(dato: Zipacón Malkav)