A veces discutiendo con mi mamá sobre religión, cuando se queda sin argumentos para defender lo indefendible de la doctrina católica (que ella no se traga, pero que insiste en seguirse llamando católica) cambia a argumentos del tipo “lo importante es creer” o que su hermana, mi tía, decía que “todas las religiones son una sola” o algo por el estilo.
Eso es lo que se conoce como ecumenismo y gracias a la controversia de Cee Lo Green, Greta Christina ha aprovechado para describir este tipo de razomaniento y todo lo que está mal con él:
Este incidente es un ejemplo perfecto de lo que está mal con el ecumenismo.
¿Esta noción de que “toda religión es verdadera”? ¿Esta noción de que cada uno encuentra su propio camino hacia Dios – incluso los ateos, a nuestro modo? ¿Esta noción de que las personas pueden tener creencias religiosas que no son sólo diferentes, sino contradictorias totalmente -Jesús es y no es el hijo de Dios, los muertos van al cielo y a la vez reencarnan, la homosexualidad es a la vez amada y despreciada por Dios, hay muchos dioses y sólo hay un Dios y Dios es una especie de ganga tres por uno, el catolicismo es la única fe verdadera y el mormonismo es la única fe verdadera y el islam es la única fe verdadera y ninguna fe es la única fe verdadera- y que, de alguna manera, todas estas creencias contradictorias pueden ser verdaderas?
No es sólo ridículamente absurdo. No es sólo lógicamente imposible. Muestra una insensible indiferencia acerca de si las cosas que creen que son verdad.
Esta actitud no es sólo algo que a Cee Lo Green se le ocurrió por su propia cuenta. Es ridículamente frecuente entre la gente ecuménica/interreligiosa. Hay una idea muy común de que todas las religiones son verdaderas en algún sentido, y/o que todos los creyentes están encontrando su propio camino hacia Dios a su manera.
Salvo que las diferentes religiones no son sólo ligeramente diferentes, o diferentes estilísticamente, o diferentes en asuntos triviales, o diferentes ortogonalmente y sobre sí mismas con diferentes ámbitos de existencia. Sus diferencias son, en muchos casos, el centro de la base misma de las creencias. Sobre todo cuando nos fijamos en el número de religiones que tienen como principio central definitorio, la idea de que su religión es la única religión verdadera, y que los creyentes en otras religiones están condenados a la perdición. Y cuando se trata de la especie de creencia ecuménica de que “todas las religiones son una especie de verdad a su manera”, estas diferencias revelan una profunda grieta en los cimientos mismos de la fe.
Así que cuando los creyentes ecuménicos alegremente ignoran o pasan por alto estas diferencias, están básicamente diciendo que no les importa mucho si las cosas que creen son verdad. Están diciendo que claro, hay diferencias, pero es divisivo y desagradable mirar esas diferencias muy de cerca – y vamos a olvidarnos de tratar de resolverlas realmente y averiguar quién está equivocado y quién tiene la razón, eso es un caos total. Dicen que, cuando se pone la realidad en un lado de la balanza, y se pone evitar conflictos por el otro, evitar los conflictos gana con las manos abajo. (Y en mi experiencia, cuando se los presiona sobre estas cuestiones, ellos tienden a ponerse muy imprecisos o muy a la defensiva y furiosos.)
Ahora, yo realmente entiendo el deseo de trabajar por la comprensión mutua y el respeto de las personas que son diferentes a uno. Y creo que este ecumenismo viene, en gran parte, de un lugar admirable: una repulsión a los horrores causados por las guerras religiosas y los odios y la intolerancia, y un apasionado deseo de acabar con ello. A mí me da esa repulsión, y ese deseo. Incluso lo comparto.
Pero hay una gran diferencia entre decir “Toda persona tiene derecho a creer algo diferente de lo yo creo” – y decir: “Todas las creencias son igualmente verdaderas” Hay una gran diferencia entre decir, “la gente que creen cosas diferentes de mí, puede ser gente buena” – y decir: “Las personas que creen cosas radicalmente diferentes a las mías están en lo cierto, y de alguna manera mágica, yo también estoy en lo cierto”. Hay una gran diferencia entre decir: “Debemos respetar y aceptar la diversidad de culturas e identidades” – y decir: “Hay que ignorar las graves diferencias en las afirmaciones de verdad acerca de cómo funciona realmente el mundo”. Hay una gran diferencia entre decir, “Discutir sobre religión es divisivo y desagradable, así que pongamos temporalmente de lado nuestras diferencias para que podamos centrarnos en lo que coincidimos” -o para el caso, decir: “Vamos a discutir y debatir nuestras diferencias sin ser incivilizados o desagradables”- y decir: “Discutir sobre religión es divisivo y desagradable, así que no lo hagamos nunca, y vamos a convencernos de que todos estamos, de alguna manera mágica, en lo cierto a nuestro modo. Y no pensemos mucho acerca de si esa declaración siquiera tiene una pizca de sentido”.
Y aunque creo que este deseo de hacer caso omiso de las diferencias religiosas se debe en parte al deseo de evitar las guerras religiosas y los odios y la intolerancia, también creo que se trata, por lo menos a veces, de una aversión al conflicto que raya en lo neurótico. Y definitivamente pienso que se trata de una intensa falta de voluntad de pensar muy cuidadosamente acerca de las propias creencias. El ecumenismo es como un pacto de caballeros: tú no haces preguntas difíciles acerca de mi religión, y yo no voy a hacer preguntas difíciles acerca de la tuya. Tú no señalas las contradicciones o falsedades o absurdos en mis creencias, o preguntas si hay alguna evidencia para apoyarlas, y yo voy a hacer lo mismo contigo. Todos nos tomamos de las manos y cantamos “Kumbaya”, y vamos a pronunciar vagas frases filosóficamente inocuas pero que literalmente son ciertas sobre el hermoso misterio de todo esto… y nos meteremos nuestros dedos en los oídos y haremos caso omiso a los ateos fuera del área de la fogata, esos que están gritando: “¡Ninguno de ustedes tiene alguna razón para pensar que algo de todo esto es verdad!”
Sí. Buena suerte con eso.
Lo he dicho antes, y lo diré otra vez: La religión se basa en el consenso social para perpetuarse. La religión ecuménica es un perfecto ejemplo de ello. Y los ateos estamos negando más y más ese consenso. Simplemente al salir del clóset como ateos, simplemente diciendo “No, no creemos en Dios o lo sobrenatural”, estamos negando el consenso. Y vamos a hacer que sea más difícil y más difícil ignorar esas preguntas difíciles. Si tienen algunas buenas respuestas a estas preguntas, estamos más que felices de oírlas. Pero si nos hacemos la pregunta, “¿Cómo conciliar las diferencias entre tu religión y otras religiones, y cómo decides qué creencia es verdadera?” – Y la única respuesta que tenemos es “Kumbaya” – no vamos a tomarte tú muy en serio.
¡No le cambio ni una coma!