El Consejo de Derechos Humanos de la ONU debería dejar de llamarse así. Es más apropiado que se empiece a llamar Tribunal Internacional de Censura. Yo lo empezaré a llamar así.
En fin, ese órgano ha pasado la Resolución 16/18, promovida por el lobbie islámico.
Y, entre otras cosas, ¿qué dice la dichosa resolución? Pues esto:
3. Condena toda apología del odio religioso que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia, ya sea que involucre el uso de los medios impresos, audiovisuales o electrónicos o cualquier otro medio
Ya deberían estar reciclando todas las Biblias, Torás y Coranes que existan, pues promueven el odio religioso, incitan a la discriminación, la hostilidad o la violencia. Sin embargo este es el tipo de resoluciones que ven a las religiones como algo positivo y no quieren que sean responsabilizadas por toda la desgracia que generan. Por eso todos los vendedores de Biblias pueden dormir tranquilos.
A eso no es a lo que va la resolución.
El problema, como señala Abigail Esman, es el siguiente: las formas de discurso que incitan a algunos grupos religiosos a la violencia no lo hacen para otros. (Hay que tener en cuenta también que la incitación a la “discriminación”, un tema mucho más resbaladizo, también está prohibido).
Dado que han sido los mahometanos los que promovieron la resolución (¿quién carajos deja que las teocracias entren a un consejo de Derechos Humanos, ahh?), podemos imaginar ahora a nuevos criminales y tipos de delito: los caricaturistas del Jyllands-Posten y Theo Van Gogh serían perseguidos por la justicia de sus países por levantar críticas contra el islam.
Otra cosa que me llama la atención es que se prohíben los estereotipos negativos (“negative stereotyping“). O sea que no se podrá decir que la Iglesia es una multinacional del crimen que protege y promueve pederastas, sin sólo que son unos tipos que quieren la paz y la justicia (!).
Pues vaya, ahora que los periódicos no podrán informar cuando unos chalados se aten una bomba al cuerpo y vuelen por los aires a no-sé-cuántos infieles me siento mucho más seguro. ¡Gracias Tribunal Internacional de Censura!