¿Entonces no crees en nada?
Bueno, pues sí sostengo algunas creencias con respecto a lo sobrenatural.
De hecho, este intento por parte de Joshua McGee de resumir aquello en lo que cree se acerca bastante a lo que yo diría:
En cuanto a los trozos compartidos del judaísmo, cristianismo, islam, mormonismo, etc, aquí está, en segunda persona:
Creo que tu Dios era la deidad favorita tribal de un pueblo politeísta y nómada de la Edad de Bronce, históricamente insignificante que vivió en el norte de África y el Cercano Oriente. Por medio de un bizarro accidente histórico, un minúsculo culto mesiánico del fin del mundo de este pueblo fue adoptado como religión oficial del imperio más poderoso del planeta, a pesar del fracaso absoluto de la ocurrencia de cualquiera de las profecías del fin del mundo en el tiempo asignado.
Creo que su “testamento” compartido es una antología heterogénea de historia revisionista de autoengrandecimiento, códigos legales robados, intolerancia institucionalizada, justificaciones de limpieza étnica, historias “porque sí”, delirios de enfermos mentales, datos del censo, una pizca de sentido común y algo de poesía verdaderamente hermosa y literatura infantil, todos los cuales fueron agrupados y su autoría atribuida a una deidad, lo que significa para muchos de ustedes que se trata de hechos 100% precisos, incluso cuando son internamente inconsistentes o demostrablemente incorrectos.
Creo que la premisa y la existencia del estado moderno de Israel es al menos tan extraña como si mi familia declarara la propiedad de las Islas Británicas, las invadiera, sometiera a la ciudadanía, impusiera la ley marcial, renombrara “Gondor” a la nación, y le declarara la guerra a Europa Occidental.
Creo que si fuéramos a discutir de teología, yo debatiría hasta el punto donde estuviéramos de acuerdo en que tu dios es indetectable, indemostrable, impredecible, poco elegante, innecesario, paradójico, y al menos uno entre malintencionado, impotente y completamente incomprensible, por no mencionar simplemente extraño, y en ese momento yo consideraría que no vale la pena cualquier otra reflexión sobre el tema, tú declararías la inefabilidad como una característica en lugar de un defecto, y yo te miraría como si te hubieras convertido en una morsa en frente mío.
Creo que la gente que “más o menos” cree en Dios, “realmente no piensa en ello”, “suponen que creen”, o prefieren el camino de menor resistencia, son cobardes que llevan una vida sin examinar.
Yo, sin embargo, lucharé con uñas y dientes por su derecho a participar en sus supersticiones en su propia casa o edificios que normalmente paguen impuestos, o en voz muy baja y personalmente en público. Creo que es su derecho a vivir una vida sin examinar, de la misma manera que es mi derecho a no hacer ejercicio, aunque sé que no hacerlo contribuirá con mi muerte temprana. Lo entiendo, un poco: todos tenemos bloqueos mentales. Incluso toleraré que adoctrines a tus propios hijos, aunque en realidad preferiría que no lo hicieras, de la misma manera que me gustaría que los judíos dejaran de mutilar los genitales de sus hijos varones y que los mexicanos dejaran de perforar las orejas de sus bebés de sexo femenino.
Pues eso.
Ahora, las aclaraciones: yo sí entiendo la premisa del estado moderno de Israel (¡que los judíos tengan su propio estado!), pero no estoy de acuerdo con que se haya llevado a cabo como se hizo, que es el punto, magistralmente explicado.
A la vez, yo no tolero que se adoctrine a los menores de edad. Eso es una concepción arcaica y patriarcal de los niños que los convierte en pertenencias de sus padres y niega su humanidad, libertad y autonomía de conciencia mientras no estén emancipados.
(Visto en Monicks: Unleashed)