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Por qué defiendo el laicismo

En honor al premio que recibí por parte de la Asociación Laica de Estudiantes [estadounidneses], he tratado de defender aún con más ahínco la separación entre el Estado colombiano y la promoción de cualquier creencia religiosa.

Muchos creen que lo hago por ser ateo. No es así. Aún si creyera, seguiría defendiendo verticalemente, sin tomar prisioneros y sin ceder un milímetro, la separación entre la religión y el Estado. Shane Jones, desde su columna Atheist Idiot en The Washington Times lo explica magistralmente:

La separación entre la Iglesia y el Estado es más importante de lo que ustedes creen, y no es una agenda atea. La separación de la Iglesia y el Estado es el factor de compensación para todas las religiones. Si nos damos el lujo de privilegiar una religión, no es justo que no lo hagamos con todas los demás, y ¿cómo nos permitimos todos los privilegios de otras religiones sin ir a extremos absurdos? La única respuesta viable es la separación.

Espero que todos puedan entender y estén de acuerdo con eso.

Más claro no puede ser: cuando el Estado promueve una creencia particular la está imponiendo y está violando los derechos no sólo de los ateos, sino de todas las otras personas que no participan de esa creencia.

En la imposición de un conjunto particular de creencias se encuentra la semilla del totalitarismo. Espero que no sea mucho pedir que se respete no sólo la descreencia atea sino las creencias que no son de la mayoría.

Ahora, para ser alguien que no respeta las creencias religiosas, he sido de lejos -junto con algunos lectores del blog– el que más ha luchado por el respeto de que cada quién crea lo que se le dé la gana. Y tengo la firme convicción de que no exigir la no intervención del Estado en materia religiosa es más irrespetuoso con todas las creencias, que cualquier burla o blasfemia que yo haya podido proferir.

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