No ha pasado desapercibido ante mí que la mayoría de relativistas culturales y defensores del multiculturalismo son personas que culpan de todo a Estados Unidos y a Israel. Para ellos, incluso la extinción de los dinosaurios fue culpa de los yankees y sus malvados aliados judíos sionistas.
Ahora, Israel les da más motivos para alimentar ese odio visceral:
Existe una norma no escrita en Israel que hace que las mujeres se sienten en los asientos del fondo del autobús. Así no interfieren con las creencias de los judíos ultra-ortodoxos que suelen utilizar la línea Ashod-Jerusalén (Israel), que les impiden estar detrás de una mujer. No es una ley, pero sí una tradición bastante arcaica que, aunque pertenece a otra época, se respeta hoy en día.
Tanya Ronseblit no la cumplió el viernes.
Ella fue la primera pasajera en subirse al autobús, y decidió sentarse justo detrás del conductor. Según fueron llegando más personas, un judío ultra-ortodoxo le pidió que se sentara al fondo. Y aquí es donde empezó el debate que ha sacudido Israel desde entonces: Ella se negó. Es judía, pero laica, y decidió que no tenía por qué acatar las normas de un grupo religioso. Una vez en su casa, lo contó así en su Facebook: “Escuché cómo me llama shikse”, que es un término yiddish para hablar de una mujer que no es judía. “Me exigió que me sentara al fondo del autobús porque los judíos no pueden sentarse detrás de las mujeres (!!!). Me negué. Ashod es mi ciudad. Vivo en una democracia israelí, la gente no puede decirme dónde tengo que sentarme en el autobús”.
El conductor del autobús, sin duda un testigo habitual de cómo las mujeres cumplían con esta norma, terminó por llamar a la policía. Se había formado un tumulto de judíos ortodoxos vestidos de negro fuera del autobús. Pero la ley estaba del lado de Tanya. “Empecé a tener miedo. La mayoría de esa gente solo tenía curiosidad por ver qué pasaba, pero estaba definitivamente del lado de los ortodoxos”. Efectivamente, la Corte Suprema israelí ya ha decretado con anterioridad que la segregación de sexos, si es involuntaria, es ilegal. Por eso la policía solo pudo intentar persuadirla de que se sentara donde le pedían. Se negó. Tras un retraso de 30 minutos, el autobús arrancó con ella sentada al frente.
Por si no fuera suficiente, esta ‘feminazi‘ violadora de las sagradas tradiciones culturales judías (que los multi-culti desprecian pero defienden, al menos en teoría) ahora cuenta con el respaldo del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu:
“Hasta ahora hemos permitido vivir en paz, con respeto mutuo entre todos los sectores de la sociedad israelí. Estamos viendo cómo esa convivencia se está rompiendo. Me opongo inequívocamente a la presión que sufrió esta mujer. No debemos permitir que haya grupos marginales que rompan nuestro común denominador y debemos mantener los espacios públicos abiertos para todos los ciudadanos”.
Las delicias que harán los multiculturalistas con esto. ¿Será que veremos antisemitismo? Es probable, ¡¡al fin y al cabo se trata de una etnia y no una cultura!!
(dato: Juscel Suarez)