Hoy estamos de luto. Por un comentario en otra entrada me enteré que murió Christopher Hitchens.
Esto es lo que publicó Vanity Fair por la muerte de este gran pensador que perdimos en las horas de la noche de ayer y que era columnista de esa revista:
Christopher Hitchens – el crítico incomparable, retórico magistral, de ingenio ardiente, y sin miedo bon vivant – falleció hoy a los 62 años. Hitchens fue diagnosticado con cáncer de esófago en la primavera del 2010, justo después de la publicación de sus memorias, Hitch-22, y comenzó poco después de la quimioterapia. Su prosa sin igual apareció en la revista Vanity Fair desde 1992, cuando fue nombrado editor colaborador.
“El victimismo del Cáncer contiene una tentación permanente de ser egoísta e incluso solipsista”, escribió Hitchens hace casi un año en la revista Vanity Fair, pero su trabajo último fue cualquier cosa menos eso: en los últimos 12 meses, él produjo para esta revista un artículo sobre las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán a raíz de la muerte de Osama bin Laden, un retrato de Joan Didion, un ensayo sobre la retrospectiva de Private Eye en el Museo de Victoria y Albert, una predicción sobre el futuro de la democracia en Egipto, una reflexión sobre el legado del progresismo en Wisconsin, y una serie de ensayos escritos francos, elegantes y exquisitos en los que hizo una crónica de los efectos físicos y espirituales de su enfermedad. Al final, Hitchens estaba más comprometido, implacable, divertido, atento, e inteligente que casi todos los demás – tal como lo había sido durante las últimas cuatro décadas.
“Mi consuelo principal en este año de vida muriendo ha sido la presencia de amigos”, escribió en la edición de junio del 2011. Él murió en su presencia, también, en el MD Anderson Cancer Center en Houston, Texas. Que sus 62 años de vida, bien, sirvan para consolar vivamente los muchos de nosotros que lo vamos a extrañar mucho.
Hoy el mundo ha perdido un poco su brillo y su color.
