Como lo he puesto de manifiesto constantemente en el blog, mezclar política con religión, a pesar de estar prohibido constitucionalmente, es una práctica lo más de común.
El caso más vergonzoso es el de ese protofascista, enemigo de los Derechos Humanos, de la igualdad y de la libertad que es Alejandro Ordóñez en la Procuraduría, que durante su nefasto mandato ha sido más bien antiProcuraduría. Pero él no es el único. Están todas las ratas del Partido Conservador, con Corzo y José Darío Salazar a la cabeza. Ahora me entero que también la Fiscal General de la Nación, Viviane Morales, entró en la política para complacer los delirantes deseos de su tirano celestial:
La fiscal debutó en la vida pública de la mano de los partidos cristianos que llegaron a la Constituyente con dos delegatorios. Luego Morales fue Representante a la Cámara por la Unión Cristiana y más tarde estuvo en el Senado a nombre del Movimiento Independiente Frente de Esperanza. Todo empezó al final de una corta estadía de Morales en Orange, California. Como siempre una voz hace estremecer al recién tocado: la invitación de una pareja de amigos y las palabras de la señora Ann Carver al final de la acción de gracias: “Dios te ha llamado para ponerte en lugares muy altos en tu país y te va a usar para quebrar yugos de tradición y traer bendición a muchos creyentes. Cuando tu estés en esos lugares, te vas a preguntar: ¿Por qué yo Señor? y él te dirá porque es mi voluntad, por tanto no olvides que es por mí que tú estarás allí.”
Y ni empecemos con su esposo, el senador Carlos Alonso Lucio. Mucho me temo que este país seguirá siendo una maldita pocilga teocrática, que todos estos enajenados mentales seguirán llamando, sacando pecho, “el país del Sagrado Corazón”.