Cuando me quejé de que la empresa encargada de la inscripción al TEDxBogotá hiciera pasar la pseudociencia como algo respetable, nunca me imaginé que la conferencia de hecho fuera a tener ese tufillo magufo (incluso por Twitter, me habían dicho que no iba a haber “conferencias de eso”).
Al recibir el programa, mi principal preocupación fue el espacio de Gonzalo Sarmiento porque lo describían como alguien “con gran interés en los Biocultivos” y pensé que se iba a poner en plan GreenPeace-ecotalibán a difundir mentiras de los transgénicos y los pesticidas. No fue así. De hecho le interesan los biocultivos y fue de lo que habló.
Pero antes que él vino Catalina Salguero, cuya conferencia abrió la sesión y no puedo describir sino como los veinte minutos más tortuosos de escuchar a alguien.
Para empezar, yo no había caído en cuenta de la descripción que hacía el programa de su conferencia:
Realiza sesiones y conciertos de armonización y sanación del cuerpo y el alma, con diferentes técnicas de sonido y organiza actividades colectivas de sanación al agua y a la Madre Tierra a través del canto y la intención.
El verdadero poder de la intención
Entender que somos energía y consciencia es una realidad de la física cuántica que nos devela un inmenso poder co-creador. Tal poder nos enfrenta a una responsabilidad innegable sobre nuestro propio bienestar y el del planeta entero.
No sé cómo no me fijé que me dirigía hacia esta trampa, pero desde que empezó no pude dejar de taparme los ojos con la mano por la vergüenza ajena que me producían sus mentiras y la mortificación de que se esparciera eso como conocimiento, como ideas que valen la pena transmitir, worth spreading (eslogan de TED).
El primer indicio debió haber sido la mención de la física cuántica, a la que los vendedores de humo recurren con libertina frecuencia para legitimar sus aberraciones anticientíficas. ¡Desesperante!
Y mi desesperación rápidamente se convirtió en indignación cuando la señora Salguero anunció que aún más base científica de sus patrañas eran los estudios de Masaru Emoto. Para quien no lo sepa, Emoto es el comodín de los homeópatas para decir que el agua tiene memoria, porque dizque los estudios del nipón así lo señalan.
Sí, es cierto – eso es lo que señalan los experimentos de Emoto, cuya honestidad intelectual y científica brillan por su ausencia:
Este experimento es sencillo, ponen diferentes botellas de agua con diferentes circunstancias (palabras, música y demás) en un congelador y esperan a que se formen los primeros cristales de hielo, entonces empiezan a fotografiarlos y ven si son bonitos o no. Parece sencillo, entonces ¿hay alguna pega? Obviamente sí. No todas las fotos salen como uno desearía, así que toman unas 24 para el agua “buena” y “16” para el agua “mala”, luego seleccionan las que consideran relevantes. Esto es un procedimiento de mala ciencia llamado “postselección”, hago muchas veces el experimento y luego me quedo con los resultados que den la razón a mi hipótesis. Aparte nadie entiende porqué a un agua se le hacen más fotos que a la otra.
Así que a eso era a lo que la señora Salguero se refería cuando dijo que “a Emoto lo critican mucho”. ¡Pues por supuesto que lo critican! ¡Está mintiendo! ¡Y usted repitió sus mentiras y las hizo pasar por ciertas! ¿Qué esperaban acaso, el Premio Nobel?
Pero la cosa no paró ahí. Tras defender a este impresentable, Salguero se fue a decir que no se necesitaban evidencias científicas de la mejoría de alguien, que ella cuando llevaba a su señora madre a quimioterapia le cantaba para que se mejorara (y eso sí no contó por qué razón la seguía llevando a la quimioterapia, ¿que no son prescindibles las pruebas científicas?).
Después pasó a decir que como los sonidos tienen todo ese poder de influencia (de mejorar el agua [!]), que ella quería invitar a todo el auditorio a que entonáramos juntos para salvar el río Bogotá (¡ni más, ni menos!). Que llamen a la alcalde Clara López y al elegido Gustavo Petro y que detengan las licitaciones, que vamos a purificar el río cantando.
El llamado desembocó en este acto circense en el que todo el escenario se creyó que estaba purificando el agua con sus voces:
Pero la trágica tarde no había terminado. Hubo espacio para alabar a los cretinos de Mahatma Gandhi y el Dalái Lama y nos pusieron dos videos en los que mi admiración por TED cayó vertiginosamente hasta el subsuelo.
El primer video es de un indio, Bunker Roy, que dijo rechazar la Ciencia y la academia y se fue a una aldea en donde le enseñó a unos analfabetos pobres a construir (eso sí, con diseños de verdaderos ingenieros) edificios y páneles solares. No feliz con toda la discriminación que hay en el mundo, este tipo se daba el lujo de discriminar a la inversa: en su ‘universidad’ de descalzos no se acepta a nadie que tenga posgrados. ¡Y los zahoríes son considerados profesionales!
Roy argumentaba que no había necesitado de la academia para poder dotar con luz solar a esa aldea y a todas aquellas en Afganistán y África a donde fue a enseñar. Al respecto hay que hacer unas consideraciones: primero, sí requirió de la academia. No es como si en su aldea de analfabetos (porque se niegan a enseñarles a leer y escribir) se hubieran inventado los páneles solares. Es sólo que ellos tienen la cualidad -que difícilmente considero ventaja- de no haber tenido antes un proveedor de corriente eléctrica por lo que no había ningún lobby de energías contaminantes que impidera la aplicación exitosa de este logro de la Ciencia y la modernidad. ¡Muy bien por ellos!
El segundo video fue de esa apologista budista que responde al nombre de Joan Halifax. Los budistas tienen ese vicio de citar la neurociencia para soportar sus afirmaciones, que al igual que los magufos con la física cuántica, son unos estafadores buscando acreditarse citando de manera incompleta y parcial una ciencia respetable, que nada hizo para merecer ese espantoso tratamiento.
No tuve que salir de la conferencia para encontrar razones más que suficientes para rechazar la pseudociencia. No es que esta sea inofensiva. Por el contrario hace mucho daño y genera tantas víctimas como la religión… bueno, no tantas: va en las cifras del cigarrillo.
Para la muestra, hubo dos conferencistas que tocaron tangencialmente un asunto de este porte. Tanto Mario Chamorro (creador del Happy Post Project y de Tourist Attitude) como Felipe Arango (promotor del desarrollo sostenible y del comercio justo) hicieron referencia a la crisis económica del 2008 y las injusticias que trajo.
Y es cierto, esa crisis trajo muchas injusticias y todo fue precisamente por el pensamiento ilusorio. El neoliberalismo es a la economía lo que la alquimia a la química y lo que el psicoanálisis y la parapsicología a la psicología. Son hipótesis que carecen de cualquier indicio de evidencia empírica y seguirlas nos sale caro.
Salió caro cuando se redujo la regulación estatal a las entidades financieras de Wall Street y millones de personas perdieron sus casas, sus ahorros y sus sueños por la irresponsabilidad de unos pocos que creyeron que sus muy apreciadas y coloridas ideas tenían algún tipo de asidero en la realidad por ser sus muy apreciadas y coloridas ideas, a pesar de que la parte científica de la economía ha dictaminado que se necesita de la regulación estatal para prevenir los monopolios y las billonarias estafas que tienen a Europa hoy al borde de la quiebra.
Así o más peligrosa es la pseudociencia y por eso la rechazo. No me gusta que me mientan a la cara, que se ignore lo que dice la Ciencia y se presente como “críticas”, como si se estuviera reseñando una obra literaria.
Yo he aceptado la realidad por lo que es, pues es la única forma de salir adelante. Para insultar mi inteligencia me habría podido quedar perfectamente en mi casa a rezar. Pero no lo hice, en cambio fui a TEDxBogotá esperando ver conferencias de la calidad de las que he visto de Richard Dawkins, de Sam Harris o alguna de Steven Pinker.
Hubo una que sí dio la talla: la de Juan Pablo Salazar Salamanca, presidente del Grupo Social Empresarial Arcángeles y presidente de FEDESIR (Federación Colombiana de Personas con Limitaciones Físicas), quien hizo un llamado a tomar conciencia sobre la discriminación de las personas discapacitadas y mostró lo que está haciendo el Segregator Project al respecto.
Finalmente me dí cuenta que el título de esta sesión, “Colombia, país de abundancia“, tenía algo perversamente acertado. Aquí abunda la charlatanería.