Yo es que a veces carezco de tacto para decir las cosas, pero realmente no entiendo por qué hay gente que se sigue denominando católica como si fuera algo de qué sentir orgullo o si fuera algo que otorga estatus o de qué presumir.
Ni que de ello dependiera su entrada al Cielo, o algo así. El caso es Greta Christina lo pone en palabras sencillas y desapasionadas:
Digamos que yo estuviera inventando una historia acerca del mal, grotesco, nauseabundo e inexcusable; mal que haría que todas las personas no sociópatas se alejaran de él con horror ante la sola mención del mismo. Y digamos que, para ilustrar ese mal, hiciera un ejemplo de una institución poderosa y global que ocultara y protegiera violadores de niños, los rotara de ciudad en ciudad, no informara a los agentes del orden y en muchos casos de hecho obstruyera su trabajo, deliberadamente echando a los violadores de niños en pobres aldeas remotas… y luego, cuando el horror finalmente fuera puesto bajo la luz, respondiera con atrincheramiento defensivo y equipara las acusaciones, ya sea con el fanatismo antisemita o con chismes.
Si yo escribiera esa historia, la gente podría pensar que me excedí. “Eso es ridículo”, dirían. “Tienes que hacer que tu mal sea más creíble, más humano. En realidad, nadie hace eso”.
Bueno, la gente realmente hace eso.
La Iglesia a la que perteneces realmente lo hace.
¿Por qué diablos sigues siendo una parte de ella?
Y eso que sólo se metió con lo de la pederastia. Asi que yo vuelvo y pregunto: ¿por qué personas decentes e inteligentes, que no aceptarían jamás la pederastia ni su encubrimiento, no se han desecho de las credenciales católicas? ¿Por qué han guardado conveniente y cómodo silencio ante los abusos que han cometido sus supuestos guías morales y luego trataron de encubrir?