Esto no me va a ganar nuevos fans.
Resulta que los terroristas de las Farc mantenían bajo secuestro a cinco miembros de las Fuerzas Armadas, a los cuales pretendieron asesinar con tiros de gracia. A cuatro de ellos efectivamente les segaron la vida, pero no al sargento Luis Alberto Erazo, que llevaba 12 años en cautiverio.
Me alegra muchísimo que él haya conseguido sobrevivir a esos salvajes asesinos y haya recuperado su libertad y espero que dentro de poco recobre completamente su salud. Erazo tiene mi completa simpatía, pues él entiende (él sí, no como los pacifistas hippies pseudoliberales) que el rescate militar es la obligación del Estado.
Sin embargo, hay algo en lo que no estamos de acuerdo:
El sargento de la Policía, Luis Alberto Erazo, narró cómo logró escapar de las Farc en Solano (Caquetá), donde fueron asesinados sus cuatro compañeros de cautiverio, y dijo que siente que Dios le dio una nueva oportunidad, “ahora sé que existe Dios y el mal, y el mal son las Farc”.
Por supuesto que el mal son las Farc, pero sugerir que él se salvó no por haber huído del destino que le tenían preparado, gracias a sus ganas de vivir y el éxito con que se escondió en el bosque, sino que fue gracias a dios plantea unas serias inquietudes.
Por ejemplo: ¿entonces dios quiso que su compañero, que llevaba 14 años en poder del grupo terrorista, muriera de un tiro de gracia? ¿Ese megalomaníaco déspota celestial con problemas de personalidad simplemente quiso privar al joven Johan Steven de 13 años de conocer alguna vez a su padre, el sargento mayor José Libio Martínez, y darle, por lo menos un abrazo?
¿Es Erazo un favorito de dios? ¿Por qué? ¿No resulta algo pedante y ciertamente desconsiderado alegar que dios quiso que en estas circunstancias, se salvara sólo el 20% de las víctimas? ¿No es un precio muy alto que pagar, que sus ‘milagros’ signifiquen la muerte del 80% de los implicados? ¿Dónde estuvo su dios estos 12 años que don Luis Alberto estuvo privado ilegalmente de su libertad? Con esas cifras más le valdría no existir al desgraciado, pues si esto es lo mejor que puede hacer dios, francamente, yo no estoy impresionado.