Hoy estoy feliz. Quiero decir, más que de costumbre. No sólo porque es un día para celebrar la ciencia sino por otros dos motivos.
Resulta que hoy es el cumpleaños de mi hermano. Y no es un cumpleaños más, sino que cumple 21 años. ¿Y qué con eso? Pues que el astrólogo de la familia se equivocó, afortunadamente. A ver les cuento:
Hace unos años, cuando sólo odiaba la religión pero no era ateo, ni escéptico, absolutista cultural y respetaba creencias, mis papás fueron persuadidos por miembros supersticiosos de mi familia no nuclear para que consultaran a un astrólogo relativamente conocido.
Las referencias eran varias. A mi tío le había dicho que mi primo no volvería del extranjero y se quedaría viviendo allá y así fue. A mi tía le había dado una perfecta descripción de sus hijos (personalidad -de acuerdo con su signo, y la ubicación geográfica y la hora en que nacieron-) y había predicho con algo de certeza ciclos de relativas bonanza y crisis económicas.
Mis papás, impresionados, decidieron hacer una consulta por cada uno de nosotros, o sea los cuatro. A mí me dijo que terminaría mi carrera en el 2012, algo que mis papás no se explicaban, pues si seguía en derecho la habría terminado en el 2010. Sin embargo, como me pasé a Comunicación Social – Periodismo, ellos empezaron a ver que coincidía lo que había predicho el lector de estrellas con lo que pasaba en la vida real.
A mi hermano -y esta es la parte por la que la fecha hoy se vuelve relevante-, él astrólogo le dijo que sólo tendría un hijo en su vida, que sería con una mujer que no sería su pareja final y que eso pasaría cuando mi hermano tuviera 20 años. Pues el universo ha tenido 365 días para cumplir la profecía del charlatán y experto en lecturas en frío, y ha fallado. Me alegra más de lo indescriptible anunciar que no soy tío y que ninguna de las niñas con las que mi hermano ha salido han informado sobre un trágico evento, como un embarazo (y sí, un embarazo no deseado es un evento muy, muy trágico).
Feliz cumpleaños a mi hermano, que sigue sin tener hijos y que sin proponérselo probó que el charlatán mentía. Ojalá mis familiares estuvieran dispuestos a ver el panorama completo y cada vez que quieran argumentar que el astrólogo ha tenido aciertos, también se estén dispuestos a reconocer sus descomunales errores (que tener un hijo no es lo mismo que cambiar de carrera).