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Alfonso Cano NO estaba desarmado

Siempre que una operación contra las Farc es exitosa, salen los idiotas útiles a decir que todas las vidas son sagradas y a rasgarse las vestiduras porque, aunque no es una opción real, parece que la posibilidad de terminar el conflicto de manera dialogada está más lejos que nunca.

En realidad estas elucubraciones mentales cada vez se vuelven más indistinguibles entre las voces de los aúlicos de los terroristas y los que supuestamente alegan debidos procesos o denuncian dizque violaciones de derechos a los cabecillas terroristas (vigor que se matiza hasta diluirse completamente cuando se trata de exigir el respeto de los derechos de los secuestrados). El último grito de la moda de esta tendencia es quejarse porque según dicen Cano estaba desarmado cuando el “vil” ejército colombiano lo dio de baja:

Tras dos años de seguimientos e interceptaciones a las comunicaciones de sus colaboradores más cercanos, el jefe de las FARC Alfonso Cano cayó desarmado al recibir tres balazos de fusil del Ejército, según detalles del operativo militar revelados el sábado.

En principio, pareciera que se le hubiera violado la garantía constitucional al líder terrorista, pero esta es una lectura acomodada de los hechos. Lo hacen sonar como si Cano hubiera estado durmiendo plácidamente en su cómoda cama, inocentemente, y de repente se hubiera encontrado con las balas del pérfido ejército colombiano, en su modo de cazar y recuperar muerto o muerto.

A pesar de que los hechos no fueron así y más adelante lo demostraré, quiero dejar muy claro que en una situación como la que acabo de describir, ni siquiera se podría considerar que Cano estuviera desarmado.

Para empezar, Cano era el jefe, el capo di tuti capi de la organización criminal más grande del continente. En cualquier lugar del país -a lo mejor sin contar San Andrés y Providencia-, Cano habría podido ordenar que se instalara una mina anti persona o que se disparara contra alguien y eso habría pasado. Estaba al mando de una milicia privada de 8000 hombres que protegían su negocio de narcotráfico. Decir que estaba desarmado por el hecho de que no empuñara un arma a la hora de morir es como decir que el dueño de Hamburguesas El Corral no tiene plata para almorzar porque dejó su billetera en la casa.

Ahora pasemos a los verdaderos hechos:

La buena estrella acompañó a Cano hasta la mañana del 4 de noviembre, horas antes de ser liquidado había logrado sobrevivir a un bombardeo de la Fuerza Aérea porque “la bomba no pegó en la casa en donde él estaba”, dijo González.

Entonces el jefe guerrillero, visto como del ala intelectual de las FARC, “salió sanito con otras dos personas” del bombardeo perpetrado por aviones Tucano.

“Todo parece indicar que se escondió todo el día”, narró González.

Pero la buena suerte se le acabó.

“Anoche, a las ocho de la noche, salió solito” y caminó a un pequeño riuachuelo. “El tipo parece que se desorientó y los centinelas (militares) que estaban haciendo el cubrimiento por tierra lo observaron” y hubo un combate entre algunos guerrilleros del cerco de seguridad de Cano y los militares y allí cayó el jefe rebelde herido de muerte, agregó la funcionaria.

Lo siento mucho, pero tener “algunos guerrilleros del cerco de seguridad” protegiendo a balazos al rey de los traquetos no califica ni siquiera como estar desarmado. Todo el enfrentamiento en el que él cayó es porque su anillo de seguridad lo estaba cuidando y para eso utilizaron sus armas. No solamente es que Cano no estuviera desarmado, es que tenía todas las armas de su anillo de seguridad a su disposición, disparando -por él, en su nombre- contra efectivos del ejército.

Hitler podría nunca haber llevado un arma al cinto, pero contaba con todas las armas y balas de la milicia nacional socialista. Aunque he de admitir que este ejemplo es un poco irrespetuoso y se sale de proporción: Auschwitz duró por mucho cinco años, mientras que la guerrilla ha tenido personas secuestradas por más de 12 años. Ellos, que han estado privados ilegalmente de la libertad están desarmados, Cano nunca lo estuvo -porque además, los del ejército no sabían que era él cuando cayó abatido-.

Me alegro que haya caído y que el Ejército haya cumplido su deber constitucional de protegernos y antes de indignarme por los derechos de los terroristas, me ocuparé de los de sus víctimas – algo que puedo hacer sin necesidad de acomodar los hechos.

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