No sé por qué el yoga es la práctica new age que está más de moda. De hecho sus supuestas propiedades curativas combinadas con el ejercicio físico hacen de su discurso un híbrido extraño, molesto y confuso.
Tanto así que incluso podría llevar a errores y hacer creer que el yoga reduce el dolor de espalda:
Recibir clases de yoga reduce los síntomas del dolor crónico de espalda, según revela el mayor estudio sobre la práctica de esta actividad realizado hasta ahora en Estados Unidos y publicado en la revista Archives of Internal Medicine.
Esto es triste y desafortunado. El yoga, como práctica espiritista, no tiene mayores cualidades analgésicas que la homeopatía o el reiki. Sin embargo, la trampa está en el ejercicio físico que acompaña al yoga:
“La interpretación más clara de nuestros hallazgos es que las mejorías que el yoga produce en la espalda se deben sobre todo a causas físicas, es decir, al estiramiento y fortalecimiento de los músculos, que es lo que tiene en común con los ejercicios de stretching”, afirma Karen J. Sherman, coautora del estudio.
Y así es, porque el yoga tiene las mismas cualidades analgésicas que la escalada de roca o el calentamiento antes de un partido.
