Quedarse con decir que Hitler no era ateo sino católico es demasiado fácil y no acentúa bien de dónde sacó el Führer sus no-tan-originales doctrinas.
Por supuesto fueron un desarrollo integral del cristianismo, como lo expone Michael Lackey:
Su nuevo proyecto de libro (Modernist God States: A Literary Study of the Theological Origins of Nazi Totalitarianism) es sobre Hitler y los nazis. En este libro, él se opone a una de las interpretaciones dominantes de la historia intelectual y política, que sostiene que Occidente, desde la Ilustración, ha sido cada vez más secular. Los académicos que han adoptado este enfoque afirman que Hitler y los nazis son el producto lógico de la secularización, el ateísmo y el humanismo. En completo contraste, Lackey ha estado tratando de demostrar que la secularización sólo ha echado raíces en círculos muy selectos, sobre todo entre los académicos, estudiosos e intelectuales. En cuanto a la población en general, en realidad se ha vuelto cada vez más religiosa, pero en formas que son significativamente diferentes de las versiones pre-Ilustración de la religión. Basado en sus hallazgos, Lackey sostiene que la única manera de entender a Hitler y a los nazis es tomar en cuenta las nuevas concepciones de la subjetividad religiosa que comenzaron a florecer y dominar entre la población en general en la primera parte del siglo XX. La comprensión de estas nuevas concepciones arroja una nueva y considerable luz sobre la concepción religiosa de lo político de Hitler y los nazis.
Y el título del libro de Lackey se ve de lo más provocador (en más de un sentido) que he leído en mucho tiempo, y que vendría a traducirse algo así como Estados Modernos de Dios: Un Estudio Literario de los Orígenes Teológicos del Totalitarismo Nazi. (Por cierto, la imagen que acompaña este artículo fue sacada de la portada del libro)
(visto en Pharyngula)