Sigo leyendo Hitch-22, las memorias de Christopher Hitchens.
Como algunos sabrán, el gran Hitch tiene cierta debilidad por la bebida, así que las últimas palabras del capítulo Algo sobre mí las dedica a darle a los jóvenes unos sencillos consejos en el arte de la bebida. El párrafo empieza con las palabras burlonas de su amigo Martin Amis – “Hitch: establecer reglas sobre la bebida puede ser la señal de que eres un alcohólico“.
Y dos renglones más abajo llegan los consejos:
No bebas con el estómago vacío: el principal sentido del refrigerio es realzar la comida. No bebas si estás deprimido: es una mala cura. Bebe cuando estés de buen humor. El alcohol barato sale caro. No es cierto que no debas beber solo: pueden ser las copas más felices que tomes nunca. Las resacas son otra mala señal, y no deberías esperar que te crean si te refugias diciendo que no recuerdas lo que pasó la noche anterior. (Si de verdad no lo recuerdas, es una señal todavía peor.) Evita todos los narcóticos: te harán más aburrido en vez de menos y no están pensados -como la uva y el grano- para animar a la compañía. Ten cuidado a la hora de ascender demasiado hacia el escocés de malta: cuando viajes por países duros no será fácil conseguirlo. Ni se te ocurra conducir si has tomado una gota. Es mucho peor ver a una mujer borracha que a un hombre: no sé por qué es cierto, pero lo es. Nunca seas responsable de ello.
De esta forma termina el capítulo en el que Hitch habla más sobre sí mismo y en el que incluso respondió el cuestionario Proust (que no inventó Marcel Proust, pero que respondió dos veces).