Ciertamente no me extrañaría oírle decir a un creacionista que quiere ver el eslabón perdido para aceptar la evolución.
Pero sí me extraña que un canal de noticias serio, como la BBC, use la terminología de ‘eslabón perdido’ en el titular de una noticia científica:
Científicos creen tener en sus manos a nuestro eslabón perdido.
Los restos antiguos de criaturas similares a los humanos hallados en Sudáfrica podrían revolucionar la forma en que concebimos nuestros orígenes.
Esta fue la explicación que dio al respecto el biólogo PZ Myers antes de volverse un negacionista científico:
En resumen, otro grupo de seres humanos del Pleistoceno ha sido secuenciado, los denominados Denisovans – su identidad no es clara, ya que sólo ha sido reconocida por unos pocos huesos, pero los resultados muestran que eran genéticamente distintos a los seres humanos modernos y de los neandertales, otro grupo del Pleistoceno que ha sido secuenciado. Al igual que la historia del Neandertal, en la que algunos genes neandertales (menos del 5%) se introdujeron en algunas poblaciones humanas modernas (europeas y asiáticas), lo que sabemos sobre los Denisovans es que algunos de sus genes, alrededor del 5%, también se diseminaron en un subconjunto de las poblaciones humanas modernas, en este caso, los melanesios.
Eso es algo impresionante. Hay toda clase de pedazos astillados de ascendencia que se unen de manera compleja para producir la especie humana, y por eso no hay ningún eslabón perdido. Mucha gente tiene esta idea falsa de que nuestra evolución se trata de una mezcla panmíctica de personas rodando fatalmente por el canal de la historia sin problemas, todos mezclados, todos ellos trazando un linaje común hacia atrás y atrás a un ancestro discreto. No lo fue. Nuestro río del tiempo se parecía más a esto, una corriente trenzada:
Esto es lo que queremos decir cuando hablamos de poblaciones que tienen estructura. Surgen ramas, ya sea que los llamemos Neandertales o Denisovans o humanos modernos, y son distintas, pero todavía puede haber genes que fluyen entre ellos hasta cierto punto.
[…]
Esa es la naturaleza de una especie: muchos canales, muchas poblaciones, no sólo una, separándose y mezclándose con las circunstancias. Siempre ha sido así; cuando los seres humanos y los chimpancés primero se separaron de sus ancestros comunes, no fue como si una tribu cogiera hacia la izquierda, la otra a la derecha, y nunca volvieran a hablarse entre sí – fueron muchas corrientes de antiguas poblaciones de simios revueltas entre sí, gradualmente desenredándose para cada una formar un espectro de canales divergentes para cada especie separada.
¡Y voilà! Así es la evolución. Que no es lo mismo que un árbol genealógico, que es la suposición necesaria para hablar del dichoso ‘eslabón perdido’.