En el transcurso de la conversación, Castrillón reta a cualquier persona a que mencione el caso de una sola persona, no de dos, sino de un solo miembro de la clerecía cuyo caso haya quedado impune. Yo, por supuesto, acepto el reto con el mayor de los gustos:
Para empezar, no mencionaré un solo caso. Mencionaré cuatro, por aquello de que me gusta dar más de lo que se me pide y me encanta probar más allá de la duda razonable lo mentirosos, manipuladores, embusteros y delincuentes que son los secuaces de los Papas.
Empecemos con el Cardenal Bernard Francis Law, de la arquidiócesis de Boston, quien fue cobardemente ascendido a arcipreste de la Basílica de Santa María Maggiore, en Roma, en donde quedó a salvo de las autoridades estadounidenses. En vez de colaborar con las autoridades gringas para restablecer los hechos y que si correspondía, Law fuera a la cárcel, el Vaticano le salvó el pellejo –así como con Marcinkus– y de paso siguió siendo cardenal y participó en el cónclave del 2005 en el que salió elegido el Papa Nazi. A mí no me suena mucho a justicia, ni a equidad, sino más bien a impunidad. De la franquicia de Boston se han denunciado a 26 párrocos -algunos de los cuales enfrentan más de 150 casos de violaciones de menores-. ¿Será esto suficiente para Castrillón? Pues así lo fuera, tengo más.
También podemos mencionar al padre Marcial Maciel, fundador de los filofascistas Legionarios de Cristo. Este canalla no sólo fundó grupos fundamentalistas ultracatólicos, sino que además fue un pederasta que por su amistad con el Papa Juan Pablo II, nunca pagó por sus crímenes.
Y ¿qué tal el caso del padre colombiano Efraín Rozo, quien abusó sexualmente de varios seminaristas, incluido entre ellos su hermano, y de su sobrino y que la Iglesia dejó prescribir (¡¡Ohh, qué casualidad!!)?
Y por último, puedo mencionar los recientes escándalos en Dublín y en Cloyne, en Irlanda, en los que las instrucciones del Vaticano fueron las de no colaborar con las autoridades, lo que devino en impunidad.
Creo que más bien el reto es al revés: mencionar un caso en el que la Iglesia Católica haya colaborado con las autoridades en vez de haber promovido la impunidad.
Hecho, cardenal Castrillón. ¿Cuál es su siguiente mentira?
Ahora, antes de que algún miembro de esa delincuencial jerarquía me responda, quiero comentar otras declaraciones de ese cretino que es Castrillón:
En primer lugar, la pedofilia existe y no es un delito. La pedofilia es que alguien sienta atracción sexual por los niños. Hasta ahí, no hay delito. El delito se da cuando se hay pederastia, o sea que deja de ser un deseo y se abusa de los menores, lo que ahora es el deporte nacional de El Vaticano.
En segundo lugar, vale la pena repetir el video sólo para darse cuenta de que a la Iglesia Católico no le importan ni sus párrocos ni mucho menos los niños vilmente dejados a solas con esos otros monstruos. A ella sólo le importa el dinero. Por eso, dice Castrillón, el problema para ellos empieza cuando se exige reparación. ¿Es que los papás de las víctimas están tarados? ¿Acaso piensan que el Papa va a dejar de tanquear el Papa-Jet por causa de uno de sus esbirros? Si ni siquiera ponen dinero para paliar el hambre en Somalia, algo de lo que el Papa Nazi se ha quejado, ¿por qué iban a tratar de hacer algo -mínimo y poco reparador, pero peor es nada- con respecto al sufrimiento de un niño causado por uno de sus trogloditas colegas?
Por último, me queda decir que me avergüenza compartir nacionalidad con Castrillón y con Rozo y que me alegra que eso no haya influido en la labor periodística de Janiot, con quien también compartimos nacionalidad.
(dato: La Mujer de Púrpura)