Estamos en elecciones y los políticos alistan sus más pomposos y populistas discursos para cautivar a su audiencia. Esta vez hay 13 candidatos a la Alcaldía de Bogotá.
Entre ellos, se encuentra Gustavo Alonso Páez Merchán, por quien no votaría ni aunque de ello dependiera mi vida. ¿Por qué? Bueno, por todo lo que representa:
Se trata del pastor evangelico Gustavo Alonso Páez Merchán, quien es avalado por el Partido de Integración Nacional, PIN.
Para empezar, tendría que estar loco para votar. Pero si votara, estaría loco si lo hiciera por cualquier candidato dentro de las listas del partido conformado por familiares y amigos cercanos de los paramilitares y parapolíticos. La responsabilidad penal es individual, es cierto. Pero la política, no. Y tener a los más cercanos contactos de unos idiotas asesinos y corruptos no va conmigo.
Pero eso no es todo. Queda lo peor:
El aspirante a la alcaldía es pastor del Centro De Alabanza Oasis de la ciudad de Bogotá; comunicador Social, con dos doctorados, uno en Teología y Exposición Bíblica, de la Universidad de California y otro en Ciencias Religiosas, de la Iglesia Católica Anglicana de Inglaterra.
Así es. Un pastor cristiano quiere ser alcalde de la ciudad, el segundo cargo público más importante del país. Y eso no es todo, además no ha escondido su agenda de querer pasarse el laicismo que impone la Constitución por el Arco del Triunfo:
Es fundador del Partido Cristiano de Transformación y Orden, el único Partido Político en Colombia con la visión de crear proyectos de ley basados en el teísmo bíblico.
“Proyectos de ley basados en el teísmo bíblico” es sinónimo de hacer obligatoria la estupidez. Ya es legal, pero nadie dijo que tuviera que ser impuesta. ¿Por qué habría que adoctrinar a los niños en la idiotez creacionista? ¿O promover la discriminación contra los homosexuales?
Porque en un debate que hubo hace dos días, todo lo que salía de la boca de este nefasto personajillo era “valores” y “familia”, que son los eufemismos que los cristianos utilizan para dar rienda suelta a su homofobia, su machismo y sus políticas de discriminación.
No deja de ser risible que quien invoque “valores” sea el candidato del partido nacido de la porqueriza parapolítica que se mantuvo a punta de corrupción.