Hugo Chávez se preocupa por el país que él se ha encargado de destruir y acabar para ser el patio trasero de Cuba, todo por sus infantiles odios no superados con EEUU.
Por las desastrosas consecuencias de su política, quiso poner a Venezuela en manos dios:
Pongámonos en manos de Dios para que impida la violencia en Venezuela (…); tenemos que neutralizar los planes de violencia que están cocinando, planes que vienen del imperio yanqui que quiere desestabilizar al país para intervenirlo
Aparte de su obvia falta de respeto por el laicismo y su ramplona superstición, hay un elemento algo cínico e irónico en todo esto: Venezuela ya está en manos de dios. Sus ciudadanos no tienen seguridad y ciertamente le ha ido mejor a los pobres que a la clase media o que a los ricos, quienes se han visto arbitrariamente desposeídos de parte de sus pertenencias y posesiones, ganadas con su sudor y trabajo.
Se le ha hecho un guiño a la anticiencia al despedir a los ingenieros de PDVSA y reemplazarlos por ignorantes buenos para nada, afectos al gobierno -todo esto mientras se apoyan los programas nucleares de gobiernos islamofascistas-.
Allá, ha hecho carrera la estúpida doctrina de que nadie “lance la primera piedra” toda vez que la impunidad reina tanto en las calles como en las cárceles. Se ha perseguido a la oposición y a la disidencia, la censura y el mesianismo han sido la norma, se ha alienado a los miembros de las cortes y el congreso, de forma tal que nadie puede disentir y hasta se les ha impuesto un código de vestimenta roja, cual viles camisas pardas, pero rojas.
No hay que olvidar, además, que las noticias más recientes sobre este excelso personaje, nos relatan que tiene una enfermedad terminal. ¿Qué no es eso algo supremamente poético -cristianamente hablando-? Un líder moribundo, unas doctrinas estúpidas, llevar la contraria porque sí, sentar las guías de conducta de un comportamiento fratricida, adoctrinar a los niños en estériles cosmovisiones, apoyar teocracias, hacer gala de una lógica completamente defectuosa y además suponer que se tiene superioridad moral sobre el resto del mundo. Si eso no es -lúgubremente- poético, no sé qué lo es.
Por si fuera poco, tienen a Isla Margarita. Yo no entiendo. ¿Exactamente qué es lo que le hace falta al país, ya no para estar en manos de dios, sino para ser el mismísimo Jardín del Edén?