En el país hay una justa indignación general porque el Director Técnico de la Selección Colombiana de fútbol, Hernán Darío, “el Bolillo” Gómez, en estado de alicoramiento golpeó a una mujer. Hasta en el Congreso se ha discutido el asunto y todos han tenido algo que decir al respecto:
El presidente de la comisión séptima del Senado, Antonio Correa Jiménez, autor de la ley del deporte, le pidió a la Federación que antes de que siga ‘El Bolillo’ al frente de la selección “le pida perdón en público a la sociedad, a las mujeres y al mismo Dios”.
Correa dijo que “todos venimos de una mujer y la verdad no entendemos el porqué de la agresividad del ‘Bolillo’; el deporte busca generar armonía, paz y salud, y nunca violencia”.
“Nosotros los hombres públicos debemos guardar una conducta intachable ante la sociedad”, aseguró.
Es cierto eso de que los hombres públicos deben guardar una conducta intachable ante la sociedad y precisamente por eso es un insulto de su parte que, elegido bajo una Constitución atea que establece un Estado aconfesional, pida que el montaraz este le presente disculpas a dios.
Que las presente a la sociedad y a las mujeres y a los deportistas que alguna vez tuvo a su cargo, ¿pero a dios? ¿Por qué? No todos creemos en estúpidas supersticiones de la edad de bronce para poder calmar nuestros deformados sistemas emocionales.
Ahora me gustaría que el senador Antonio Correa Jiménez, del Partido Para, le ofreciera sus más sinceras disculpas a todo el pueblo colombiano que, desgraciadamente él representa, por no mantener su “conducta intachable” y querer involucrar a su amigo imaginario en su gestión.