Eso se lo podría decir cualquier persona con dos dedos de frente, pero en realidad lo dijo la Comisión Asesora para el Diseño de la Política Criminal del Estado Colombiano, conformada por ilustres juristas y penalistas entre los que están Yesid Reyes, Rodrigo Uprimny -quien ya se lo había dicho– y Camilo Sampedro -quien fui mi profesor de derecho penal-.
En un magnífico documento de 35 páginas le explican, casi que con plastilina y LEGO, por qué su proyecto es de un estúpido poderoso. Mi parte favorita fue cuando rebaten con magistral sabiduría el disparate de que con la cadena perpetua se acabarían los delitos de violación y asesinato de niños:
Si la tesis fuera cierta, sería un desperdicio limitar este gran descubrimiento político-criminal a una determinada categoría de delitos. Si fuese verdad que con la amenaza de la cadena perpetua se logra intimidar ala sociedad -¡algo que ninguna investigación empírica ha podido demostrar!-, en forma tal que desaparezcan o se reduzcan notablemente los delitos contra los menores de edad (como se asume en el Proyecto de referendo), entonces lo que el Estado debería hacer es consagrar como única pena para todos los delitos la cadena perpetua, para -de esa forma- acabar con el delito en Colombia o, cuando menos, reducirlo de manera considerable.
Y la conclusión es algo que no me asombra en lo más mínimo:
En síntesis: la iniciativa debatida no es, entonces, la expresión de una buena Política criminal acorde con los postulados propios de la democracia, sino una forma de populismo o de demagogia punitiva.
Ya se lo habían dicho Catalina Navarro y José Flórez.
A él, Jiménez le respondió poniendo de manifiesto su patético analfabetismo penal: “La mayor parte de su columna, la dedica a hacer un complejo e ininteligible análisis de la política penitenciaria”.
Quisiera estar presente cuando la robespierina senadora disponga de todo su oscurantista arsenal de falacias para responderle a la Comisión Asesora.
(dato: Jesper Stromblad)