Blog // ¿Siguen hablando del terrorista de Oslo? Está bien, hablemos

¿Siguen hablando del terrorista de Oslo? Está bien, hablemos

Tras el ataque terrorista cristiano en Oslo, muchas han sido las reacciones. En mi ambiente virtual le han hecho eco a las reflexiones de la periodista noruega Heidi Taksdal Skjeseth sobre el caso.

No podía dejarlo pasar sin hacer algunos comentarios. He tenido mis propias reflexiones sobre la sociedad abierta y este tema simplemente llama mucho mi atención. Ella afirma:

Las manifestaciones de flores, de amor y de llanto han mostrado a un país de luto, pero también a un pueblo que quiere seguir con su vida abierta, democrática y tolerante.

Completamente de acuerdo. Es una decisión inteligente y racional. La aplaudo en su totalidad.

Ya se ha escrito mucho sobre nuestro terrorista: un hombre rubio, alto y noruego, de ojos azules y un odio y un miedo inexplicables. He leído su manifiesto contra nuestra sociedad. Anders Behring Breivik tiene miedo de todo y de todos, de nuestra sociedad multicultural y de los inmigrantes musulmanes.

Cualquier persona sensata, con un poco de sentido común tendría miedo de cualquier sociedad multicultural. El relativismo cultural es un apartheid cultural, legal, judicial, económico, político, que básicamente afirma que los seres humanos no somos iguales, que hay unos que merecen esa sociedad abierta y libre que es la noruega y otros, cuyo único error -y más bien es infortunio, porque no tuvieron responsabilidad- fue nacer en el país equivocado, en donde las mujeres son inferiores y los niños son propiedades de los padres.

El miedo a los inmigrantes musulmanes no es por ser inmigrantes, es por ser musulmanes. Es el mismo miedo que me generaría un fervoroso cristiano, un judío ortodoxo, un hindú o un budista.

Desde este lado de la conversación, temerle a alguien que cree en un amigo imaginario, que desprecia el cuerpo y que es portador de una ostentosa y dudosa superioridad moral es algo completamente racional y comprensible.

Por supuesto eso no justifica en lo más mínimo las atrocidades cometidas por Anders Behring Breivik, ni más faltaba. El miedo a las personas con amigos imaginarios puede ser de lo más racional. La respuesta humana al miedo, suele ser de lo más irracional -tanto que no estoy seguro de que valga la pena hacer la distinción entre respuesta humana al miedo y respuesta animal al miedo-. Es ahí en donde vale la pena hacer un alto en el camino, hacer un pequeño acto de introspección, evaluar tan objetivamente como sea posible la situación y elegir el curso de acción más racional.

Hasta ahora, todos -la policía y también la prensa- hemos prestado la mayoría de nuestra atención a los extremistas islamistas. Pero en Noruega, los pocos ataques que hemos vivido han sido de extremistas de derecha.

Ehhh, hola: el islam también es extrema derecha. Tanto como el cristianismo. Hacer esa diferencia es otorgarle un estatus diferente, concederle un puesto que no es suyo y no merece. Para efectos prácticos, extremista de derecha puede ser tanto un extremista cristiano como uno islámico. La verdad me queda un poco complicado comprender en qué parte del extremo político ubica Heidi Taksdal al islam.

¿Cómo va a cambiar la sociedad noruega por este ataque a nuestros jóvenes inocentes? La respuesta de nuestros políticos y del pueblo noruego ha sido clara: queremos más democracia, más humanidad y más confianza.

Completamente acertado.

El contraste con los Estados Unidos de George W. Bush después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 no podía ser más grande. Mientras Bush juraba que iba a perseguir y atrapar a los culpables, nuestro primer ministro, Jens Stoltenberg, declaró: “Responderemos a este ataque con más democracia y más apertura”.

Aquí me sigue pareciendo que las categorías que utiliza esta periodista no están del todo claras ni definidas. Es muy confuso.

Tienen bajo custodia a Breivik, que fue atrapado en la escena del crimen, está siendo juzgado con su derecho a la defensa legítimamente en ejercicio y probablemente sea encontrado culpable. ¿Cómo es que eso no es “perseguir y atrapar” al culpable? ¿Cómo es que someter a alguien al aparato de justicia de un Estado o la persecución penal de alguien que ha cometido un delito de repente se encuentra en contravía de “más democracia y más apertura”? No ha existido en la historia una sola sociedad que no imponga penas a los delitos. En otras palabras: todas las sociedades han conocido el delito y su consecuente castigo. No ha existido la sociedad suficientemente “abierta” en la que los delitos se cometan y se queden impunes por la misma estructura estatal.

Por supuesto que lo que hizo Bush de invadir dos países e ir por Sadam Hussein bajo falsos pretextos, mentiras, estuvo mal. Pero esa no es la única forma de “perseguir y atrapar a los culpables”. Existen vías y medios legítimos para hacerlo y yo soy partidario de que se usen.

También soy partidario de la sociedad abierta y por eso, de sólo leer unas cuantas características de la sociedad y el estado noruego, me daba una especie de envidia. Ojalá algún día yo pueda probar una sociedad así:

Parece ingenuo, parece inocente, y tal vez lo sea. Pero hay diferencias muy grandes entre Noruega y muchos otros países del mundo. Nos gusta mucho nuestra inocencia. Por ejemplo, aquí la policía no lleva armas. Para llevar un arma, un policía tiene que pedir permiso a su jefe y justificarlo bien. Queremos mantener esa costumbre.

La pena de prisión más larga en Noruega son 21 años. Aunque para obtener la libertad, el criminal debe demostrar que ha cambiado verdaderamente y no va a volver a delinquir. Horas después de conocer este crimen monstruoso, un sondeo en Facebook preguntando a la gente si querían cambiar esa ley, dio como resultado que el 75 por ciento de los más de 100.000 que contestaron dijeron que no.

En las calles de Oslo te puedes encontrar con el primer ministro andando a su oficina (con guardaespaldas detrás, algo que causó polémica). He encontrado al ministro de Medioambiente en el autobús, con sus bolsas de plástico llenas de comida del supermercado.

El político noruego ideal es como el pueblo, con el pueblo. Una imagen muy concurrida es una fotografía de nuestro antiguo rey Olav, que intenta pagar un billete de tranvía durante la crisis del petróleo de 1973.

Bueno… a lo mejor tocaría mirar eso de la monarquía. Pero de resto parece que es el sueño de Karl Popper hecho realidad. El mío, no. No soporto las temperaturas heladas.

Post Recientes

Loading

Pin It on Pinterest

Share This