Lamento que no exista un dios al que quejarme sobre todas las estupideces que me topo en mi desayuno diario de noticias.
Por ejemplo, en La Crónica del Quindío, un tal José Jaramillo Mejía hizo un artículo sobre la religión y sus estúpidas creencias doctrinales que encuentra completamente respetables porque según él
Las posturas rebeldes de los intelectuales, inclusive clérigos retirados, no son más que poses para promocionarse, sin calcular que constituyen un escándalo y le hacen mal a personas de mentalidad débil, que obran bien por temor, más que por convicción, de lo que se ha abusado, sí, pero también ha sido un catalizador social. Y esto último prevalece.
Claro: matar indígenas nativos, imponerles la religión cristiana, tener en cuenta candidatos presidenciales según sus creencias o carencia de las mismas y apoyar el nazismo. Esa catalización social me importa y mucho, porque sé que es el tipo de catalización social que no quiero y que rechazo.
Me niego a aceptar que para catalizar las interacciones sociales haya que recurrir a la renuncia de las facultades críticas, a la amputación emocional de los individuos, al comportamiento sectario y a la persecución de la oposición y la disidencia.
Por otra parte, las “posturas rebeldes de los intelectuales” no son poses para promocionarse. Lo que pasa es que es muy complicado que una sociedad avance si sostiene los anitvalores y la ignorancia generalizada de unos cuantos pastores de cabras que vivieron hace dos mil años adyacentes al Mediterráneo y que ni siquiera habían descubierto la luz eléctrica.
Apreciados creyentes: lamento poner de manifiesto la vil mentira que es ese asqueroso libro de donde sacan su hipócrita moral, pero los seres humanos tenemos un ancestro común con los monos.
Por más estropeados emocionalmente que queden, mucho me temo que la Tierra gira alrededor del Sol y no al contrario.
Me veo en la obligación de recordarles que dios promueve la esclavitud, el machismo y la misoginia.
Y no es por nada, pero dios siempre ha sido la principal causa de muertes en el mundo por lo que mi instinto de supervivencia me dice que me aleje de esa castración mental conocida como fe… porque, no sé, como que le tengo aprecio y respeto a la vida.