En algunas ocasiones he tenido la infortunada experiencia de ser testigo de pésimos usos de las herramientas que Internet nos ofrece.
Por poner un ejemplo al azar: en alguna ocasión, durante la producción de un cortometraje, yo me iba a encargar de hacer la página de promoción de la cinta, sin embargo por diferencias de opinión con la directora, renuncié. Ella quería abrir un blog para la promoción. Un blog es una herramienta que implica estarlo alimentando constantemente, está en su naturaleza, y yo suponía -acertadamente- que una vez que termináramos la producción, nadie más volvería a alimentar el blog.
Existen otro tipo de herramientas que no ponen a disposición de uno un nombre de dominio y cuyo diseño es más apropiado para utilizar a la hora de promocionar un producto audiovisual en la red. Tras mi renuncia, no sólo abrieron el blog, sino que para ello abrieron una nueva cuenta de correo. Es lo que a mí me parece una subutilización de Internet (en la misma cuenta de correo tengo abiertos más blogs).
Ahora me entero que este fenómeno hace parte del analfabetismo digital y que es padecido por muchos jóvenes colombianos:
El resultado más preocupante fue que cerca del 70% de los jóvenes colombianos estuvo por debajo del nivel 2. Todos ellos, simplemente, son analfabetos digitales funcionales (semejantes a quienes han aprendido a leer y escribir textos en papel, pero no pueden entender lecturas de alguna complejidad). No tienen la capacidad de desempeñarse en la economía del siglo XXI y acceder a las enormes oportunidades que sí van a tener los jóvenes de otros países.
Otro ejemplo muy común de analfabetismo digital es cuando en Facebook, por ejemplo, se crean perfiles personales en vez de empresariales (lo que llamamos ‘Páginas’) o se abren Grupos cuando en realidad se quiere convocar a un evento (y viceversa).
Esto no puede ser una buena señal para los interesados en entrar al mundo laboral del siglo XXI.