La opinión de monseñor Juan Vicente Córdoba, secretario de la Conferencia Episcopal de Colombia, sobre su desacuerdo con la cadena perpetua para violadores de niños desató críticas y reflexiones en torno al tema, justo cuando el Congreso de la República aún debate la propuesta de referendo que busca poner tras las rejas, de por vida, a quienes cometan crímenes atroces contra los menores de edad.
Córdoba considera que condenar a alguien a perpetuidad “suena demasiado fuerte” y aseguró que el tema debe verse según la gravedad y analizarse de acuerdo con el delincuente y el tipo del delito cometido.
Para el prelado es importante determinar mediante exámenes médicos si el violador es un enfermo psiquiátrico. Si está enfermo -dice- su destino no debe ser una cárcel.
Entonces, en la nota de Semana se abre una nueva posibilidad que no estaba contemplada:
La opinión de Córdoba no sienta la posición de la iglesia católica. Aclaró que se trata de su posición personal.
Y entonces a lo mejor yo me equivoqué. Puede que la Iglesia sí sea igual o peor de retrógrada que Gilma Jiménez (posibilidad contraria a lo que había dicho antes). Eso tiene más sentido: que sólo una oveja descarriada tenga nociones de vanguardia en derecho penal. Ya me sentía muy incómodo defendiendo el nombre de la liga de pederastas y me siento aliviado al saber que me equivocaba y había asumido erróneamente que esa institución había adoptado valores humanistas.