Me estaba sintiendo lo suficientemente incómodo de compartir un punto de vista con la Iglesia Católica (y de defender su nombre) El secretario de la Conferencia Episcopal, Juan Vicente Córdoba, debía sentirse a su vez en pecado mortal por estar defendiendo posiciones humanitarias y progresistas en vez de cristianas, o sea discriminatorias.
Pero todo ha vuelto ala normalidad. Recibo como una fresca brisa de tranquilidad que hayan vuelto a su usual, retorcida y enferma postura cavernícola de discriminación, odio y estupidez:
La aguda polémica entre la Iglesia Católica y la comunidad LGTBI del país apunta a crecer con el paso del tiempo, esto por cuenta del estudio que sigue la Corte Constitucional a la demanda para que se permita la adopción de menores a las parejas del mismo sexo.
¿Cuál es la polémica? La Corte Constitucional, a diferencia de la Puta de Babilonia, es una institución cuyas decisiones son de carácter obligatorio y deben cumplirse. Hace parte del Estado y por eso nos representa a todos los colombianos, una vez más, a diferencia de ese equipo profesional de pederastas llamado Iglesia Católica.
El secretario de la Conferencia Episcopal, monseñor Juan Vicente Córdoba, dijo que la Iglesia lo que defiende es “la institución del matrimonio que es la célula primordial de la sociedad y el tesoro de la humanidad”.
Siempre con la estupidez por delante (¿le exijo mucho a los cerebros de los sacerdotes, a los que voluntariamente han renunciado?). El matrimonio, al igual que la familia, son creaciones sociales que habitan el imaginario colectivo. La verdadera base de la sociedad es el individuo -definible biológicamente a simple vista- y como tal, sus derechos han de respetarse por encima de “la familia” o “le matrimonio”.
Para el prelado esa adopción es “tremenda” porque el niño necesita de figuras claras para definir su rol sexual.
Ehhh, no. De ser así, no existirían familias con madres solteras cabeza de familia. Ni niños que viven con su tía, su abuela, su abuelo, sus tíos, sus hermanos mayores o sus primos. Por otra parte, no puedo dejar de preguntarme: ¿y qué pasa si definen su rol sexual como homosexual? ¿Están implicando que está mal, que serían ciudadanos de segunda? Si eso es “amar al pecador”, no quiero ni imaginarme cómo será “odiar al pecador”.
Igualmente, Monseñor confirmó que hay muchos católicos que están listos a demandar –en caso de ser positiva la respuesta de la Corte- el fallo que emita ese tribunal para permitir la adopción de parejas del mismo sexo.
“Son muchos laicos los que siendo médicos y abogados, y buenos católicos, están preparados para presentar la demanda”, señaló.
La estupidez es contagiosa y tener una carrera profesional nunca ha sido una vacuna adecuada.
En el mismo sentido, el secretario de la Conferencia Episcopal recalcó que “no estamos (en la Iglesia Católica) en contra de ustedes queridos hermanos y hermanas homosexuales, y queremos que sean respetados y esperamos que nunca vayan a ser atropellados”.
… dice el amoroso cura, mientras agrega mentalmente: “Y para eso, vamos a asegurarnos que sean tratados como ciudadanos de segunda y que sus derechos dependan de sus preferencias sexuales”. Ser los primeros que atropellan a los gays y los discriminan por sus gustos y preferencias y decir que esperan que nunca les pase esto, no podría llamarse de otra forma sino “Hipocresía nivel dios”.
“Si quieren unirse, tener su seguro de salud y sus derechos patrimoniales nosotros no nos oponemos ni estamos en contra porque no interrumpimos las vidas personales”, aseguró.
No le creo, sin embargo espero que recuerde eso el día que la discusión sea sobre el aborto y que ¡¡saque su putos rosarios de los ovarios!!