En mi lectura diaria de noticias me encontré con esta particular carta de un lector de El Espectador en contra del turismo sexual:
Es en esta época del año cuando más me arrepiento de ser europeo y, en particular, español.
¿Que qué? ¿Uno puede arrepentirse de algo en lo cual no tuvo la más mínima infejencia? Cómo me arrepiento de haber nacido en la Tierra. ¿Por qué carajos no elegí Alfa Centauri?
Sigue la misiva:
Cada vez que entramos en esta estación me viene a la memoria una lamentable realidad que azota con particular dureza a los países pobres del mundo, también a los de América Central y del Sur: el turismo sexual.
Claro, porque ese es nuestro mayor problema. Ni que tuviéramos políticos corruptos, que cambian constituciones a su antojo para hacerse reelegir indefinidamente, ni estuviéramos atravesando un catastrófico invierno que ha desbordado los cauces de los ríos, o que hubiera grandes porciones de la población muriéndose de hambre, enfrentados por la violencia, ni que hubiera grupos terroristas dejando un sentimiento general de desasosiego en el territorio. No: el turismo sexual.
Pido a los gobiernos de los países afectados que tomen medidas para castigar a los turistas que busquen sexo aprovechándose de la población autóctona.
Yo también, pero voy aún más allá: si el sexo no es consensuado, el castigo se debe dar siempre, sin importar si la víctima hace parte de la población “autóctona” o no. Por cierto: mi tez es blanca, ¿clasifico, entonces, como “población autóctona”?
Ruego que castiguen duramente a los negocios turísticos (hoteles, agencias de viajes, etc.) que se presten a ofrecer “servicios sexuales”. Solicito que protejan a la población para que no se lesione su dignidad personal.
¿Perdón? ¿Cómo es que se lesiona la dignidad personal de alguien que voluntariamente decide prostituirse como opción de vida, o por un momento? ¿Que acaso no puede hacer con su cuerpo lo que a bien tiene porque a este tipo le parece que se le lesiona su “dignidad personal”? Yo encuentro mucho más ofensivo y degradante para con mi “dignidad personal” que me digan lo que puedo y no puedo hacer con mi cuerpo que la prostitución.
Suplico a la población de los países afectados que no se deje usar. Hay muchos turistas que sólo buscan sexo para pasárselo bien humillando a la gente, especialmente a los pobres.
Sí, porque ellos no buscan orgasmos, sino que da la casualidad de que no conocen ninguna grosería, entonces la mejor forma que encuentran para humillar a los demás es satisfaciendo una necesidad fisiológica natural. Si este señor viera cómo humillo a los pobres cuando les ofrezco platos de comida.
Ellos no tienen piedad de quién está en la miseria y yo les aseguro que el dinero que les den no los va a hacer menos pobres. Para ser pobre igualmente, vale más por lo menos conservar la dignidad.
Traducción: si eres pobre, no tienes derecho a tener relaciones sexuales como a bien tengas y mucho menos si es con un extranjero durante la temporada alta y peor aún si cobras por ello.
En vez de oponerse a la trata de blancas, a las violaciones, a la explotación y a las demás formas en que también se puede manifestar el turismo sexual, este tipo lo hace contra la forma menos lesiva y más legítima que existe: el turismo sexual consensuado, el único que debería existir.