Alguien en mi timeline de Google Buzz anotó esta especie de poema motivacional sobre la felicidad que simplemente no puedo compartir en lo más mínimo:
El camino a la felicidad no es recto. Existen curvas llamadas EQUIVOCACIONES, existen semáforos llamados AMIGOS, luces de precaución llamadas FAMILIA, y todo se logra si tienes: Una llanta de repuesto llamada DECISIÓN, un potente motor llamado AMOR, un buen seguro llamado FE, abundante combustible llamado PACIENCIA, pero sobre todo un experto conductor llamado DIOS.
Yo no puedo concebir la felicidad así. Ciertamente ese camino descrito ahí me llevaría a la depresión, al pensamiento gregario, a estar con la mayoría, a comportarme según lo que los demás quieren y a guardar las apariencias.
¿Dónde están las facultades críticas, la libertad, la autonomía? ¿Qué pasó con la autodeterminación y la persecución de los sueños y metas propios?
Ciertamente la fe es cualquier cosa menos un seguro. Creer ciegamente en algo de lo que no hay la más mínima pizca de evidencia no puede ser un seguro sino para el fracaso.
Y en cuanto al dictador de la Disneylandia celestial, que se joda. Ya me va muy bien a mí conduciendo mi propia vida por donde mejor me parece y por donde me place.
Entre las cosas cuerdas que dijo Ayn Rand, puedo contar su definición de felicidad, que suscribo:
Felicidad es ese estado de consciencia que procede del logro de los propios valores.