Filipinas tiene una tasa de crecimiento demográfico de 1,9% anual. En el Congreso se debate el acceso y la educación de métodos anticonceptivos pero los obispos filipinos, como es la tradición católica, amenazan con desobedecer la ley y premiar al presidente filipino con la excomunión (qué envidia). Siendo Filipinas el país más católico de Asia y teniendo 100 nacimientos diarios tan sólo en su capital, la posición de la Iglesia Católica, como de costumbre, es una atrocidad:
Que todavía exista esta mentalidad medieval es grave. Pero que todavía exista con semejante fuerza e influencia, con la capacidad de empujar a todo un país, de manera obstinada e irresponsable, a semejante crecimiento sin control, lo que equivale a condenar a millones de personas a seguir padeciendo la pobreza, la ignorancia y el subdesarrollo, es una atrocidad. Aunque eso no es del todo nuevo. La Iglesia católica ha condenado a millones de africanos a morir de sida debido a su prohibición del condón. Y a pesar de todos los estudios que han demostrado que esa prohibición es criminal, los prelados de la Iglesia insisten en su error y todavía no cambian, oficialmente, de posición. Antes, prefieren que millones se sigan muriendo de sida.
¿Quién tendrá la suficiente falta de estima propia para seguirse llamando católico?