Hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS) está promoviendo el miedo infundado a los celulares, dando un irresponsable apoyo parcial a las afirmaciones -no comprobadas- de que el uso de celulares causaría cáncer:
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) vincularon el uso de teléfonos celulares con un “posible” riesgo de cáncer cerebral en seres humanos.
Ambas organizaciones anunciaron en Lyon (sureste de Francia) que los campos electromagnéticos generados por las radiofrecuencias de ese tipo de dispositivos se consideran “posiblemente carcinogénicos para los humanos” y se clasifican, por ello, en la categoría “2B”.
La OMS y la IARC basaron su decisión de esa clasificación en las evidencias obtenidas sobre el impacto de esos campos electromagnéticos en el origen de gliomas, un tipo maligno de cáncer cerebral.
Los chicos de Cancer Research UK ya han respondido ante este oscurantismo ad portas y aprovecho la traducción (muy libre) de Daniel Manzano para explicar el asunto:
La noticia de partida es que la Agencia de Investigación sobre el Cancer (IARC), que forma parte de la OMS, formó un grupo de 31 expertos para investigar la relación entre la radiación de los móviles y el cáncer. Su veredicto es que ese tipo de radiación debe ser incluida en el Grupo 2B de riesgo, que significa que puede (o no) causar cáncer en seres humanos.
¿Qué implica el grupo 2B?
La OMS, a través de la IARC, ha catalogado los posibles riesgos de cáncer en distintos grupos:
Grupo 1. Es el nivel más alto con cosas que muy probablemente causan cáncer. En él se encuentran el tabaco, el amianto y el alcohol.
Grupo 2A. Este incluye cosas sobre las que son “probablemente cancerígenas para los humanos”. No se ha probado su efecto en humanos, pero sí en animales.
Grupo 2B. (Donde están ahora los móviles) significa que “es posible que sean cancerígenos). Esto significa que hay “evidencia limitada” de que algo pueda causar cáncer en personas, he incluso la evidencia en animales es “menor de lo suficiente”. Es decir, que hay algún indicio de peligro pero no es en absoluto convincente. En este grupo se encuentran la mayoría de las cosas, incluyendo la carpintería y el cloroformo.
Grupo 3. Incluye las cosas que “no se pueden clasificar como cancerígenas para los humanos”. Esto implica que no hay ningún indicio, habitualmente son cosas que prácticamente no se han estudiado.
Grupo 4. Aquí están las cosas que probablemente no causen cáncer en humanos. Como curiosidad decir que sólo hay un compuesto químico en este grupo, el caprolactam.
¿Qué dice la evidencia?
Hay muchos estudios sobre la posibilidad de que las ondas electromagnéticas de los móviles provoquen cáncer. Unos pocos artículos han encontrado alguna relación entre los teléfonos móviles y el riesgo de contraer cáncer, la mayoría del grupo Hardell. Por otro lado la inmensa mayoría de los artículos, incluyendo los de InterPhone y el estudio de la Danish Cancer Society (que analizó a 420,000 personas siendo el estudio más extenso hasta el momento), no encontraron relación alguna.
También en 2009 se publicó un metaestudio (estudio hecho a partir del análisis de muchos estudios previos) titulado Epidemiologic evidence on mobile phones and tumor risk: a review. Donde se encontraba el siguiente gráfico (tomado del artículo original de la Cancer Research UK)
El primer gráfico hace alusión al efecto a corto plazo (menos de 5 años) y el segundo a largo plazo (más de cinco años). Los puntos reflejan los resultados de cada estudio, sí está por encima de la línea horizontal indicaría que el estudio refleja un incremento de los casos de cáncer por el uso del móvil, si está por debajo significaría que el uso del móvil reduce la probabilidad de contraer cáncer. Por otro lado Las barras verticales (barras de error) son muy importantes, porque dan el intervalo de confianza del estudio, si la barra cruza la línea horizontal eso quiere decir que el error estadístico es tan grande (o el efecto tan pequeño) que los resultados no se pueden considerarse concluyentes.
Se ve claramente que de los 14 estudios sólo uno supera la línea horizontal teniendo en cuenta las barras de error. Finalmente los dos últimos puntos (a la derecha) reflejan el conjunto global de todos los estudios (el penúltimo) y todos los estudios menos el de Hardell, que es el único que da positivo. Está muy claro que los resultados no indican que haya riesgo.
Como el uso de celulares ha aumentado considerablemente, sería de esperar que los casos de cáncer cerebral hubieran aumentado considerablemente. Pues no:
Si los teléfonos móviles aumentan el riesgo de cáncer de cerebro, las tasas de esta enfermedad deberían estar por las nubes ya que el uso de celulares ha aumentado dramáticamente en las últimas décadas.
Pero los estudios en EEUU, Nueva Zelanda, Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia no han encontrado tales tendencias. En el Reino Unido, la incidencia de cáncer de cerebro ha sido plana en las últimas décadas. Un estudio inglés reciente concluyó que “el creciente uso de teléfonos móviles entre 1985 y 2003 no ha dado lugar a un cambio notable en la incidencia de cáncer cerebral en Inglaterra entre 1998 y el 2007.”
El cáncer de cerebro puede tardar años en desarrollarse, por lo que es posible que las tendencias sólo empiecen a aumentar después de más tiempo.
Toda la evidencia disponible, mentiras: la gran mayoría de la evidencia disponible, apunta a que NO hay riesgo de cáncer cerebral por el uso de celulares y a que todavía quedan más estudios e investigaciones por llevarse a cabo.
Es una lástima -y deja mucho que desear- que la OMS se pase todo el cuerpo probatorio -adverso a lo que anuncian- por el Arco del Triunfo.